Una oportunidad para amplificar las voces de Nariño
El panorama de este departamento que dibujan las organizaciones comunitarias – de afros, indígenas y campesinos –, el gobierno local y organizaciones acompañantes como Acnur es preocupante. Sin embargo, resulta profundamente conmovedor ver la valentía de quienes lo habitan.
Por: Rocío Castañeda, Oficial de
Información Pública Acnur
Pensarse el territorio, habitarlo,
proyectar la vida individual y colectiva en él. Entenderlo como el todo, donde
no solo la población afrocolombiana e indígena habita, sino como el espacio
donde se forja como pueblo y se proyecta como ciudadanos en ejercicio.
Entender lo que significa el territorio
para las comunidades afrocolombianas e indígenas no es sencillo desde el punto
de vista de quienes no pertenecen a estos pueblos. Pero comprender este
significado es esencial no solo para entender cómo el conflicto armado y el
desplazamiento han dejado una huella en él, sino cómo la recuperación de la
autonomía de estas comunidades sobre el territorio es fundamental en el proceso
de construcción de paz en el que está comprometido Colombia.
“La defensa del territorio ante las
amenazas de la minería y el desplazamiento” fue el título que Colombia 2020, el
proyecto periodístico del diario El Espectador, dio al conversatorio que
realizó en días pasados en la ciudad de Pasto, capital del departamento de
Nariño al sur de Colombia. Acnur, la Agencia de la ONU para los Refugiados,
como uno de los aliados de Colombia 2020, realizó la conferencia inaugural del
foro e invitó a participar a una de las organizaciones Étnico Territoriales que
acompaña: Asocoetnar (Asociación de Consejos Comunitarios y Organizaciones
Étnico Territoriales), cuya acción se desarrolla en las Subregiones de Telembí
y Sanquianga.
El panorama actual de Nariño que dibujan
las organizaciones comunitarias – de afros, indígenas y campesinos –, el
gobierno local y organizaciones acompañantes como Acnur es preocupante. En lo
que va corrido del año, alrededor de 1.500 personas han sido desplazadas
forzada y masivamente; las comunidades están sometidas a situaciones de
confinamiento que se han invisibilizado; se han presentado 153 muertes, entre
ellas las de varios líderes, sobre todo en Tumaco y otros municipios de la
costa nariñense. Todo ello en un contexto de implementación de los acuerdos de
paz, firmados hace un año entre el Gobierno y las Farc, que presentan muchos
retos y que las comunidades perciben como de “desarrollo lento y a mediano y
largo plazo”, mientras la violencia de los grupos armados ilegales presentes en
el territorio se ejecuta en el día a día.
Sin embargo, en medio de este panorama,
resulta profundamente conmovedor ver la valentía de quienes lo habitan. El foro
de Colombia 2020 logró reunir las voces de una líder de un proceso organizativo
que busca conservar las semillas nativas de la región; del Comité de
Integración del Macizo Colombiano, de los campesinos de Asopatía, de los afros
de Asocoetnar, de los indígenas del Resguardo Puracé; acompañados por el
Gobernador encargado de Nariño, la academia representada en la Universidad
Mariana, una organización de desarrollo local (ADEL), y la Agencia de la ONU
para los Refugiados.
Las voces de afros, indígenas y campesinos
reclamaron, a través del compartir de sus experiencias particulares, una sola
cosa – en el fondo –: autonomía:
Autonomía sobre cómo resarcir los derechos
vulnerados por muchas décadas por un conflicto armado que desplazó, confinó y
amenazó la supervivencia misma de las comunidades afro e indígenas.
Autonomía sobre cómo definir rutas de
protección frente a las amenazas actuales donde, lamentablemente, el
desplazamiento y las muertes no han terminado con la firma del Acuerdo de Paz.
Autonomía para definir qué tipo de
desarrollo desean las comunidades que habitan este territorio. Y cómo la
minería artesanal puede continuar como práctica tradicional, y cómo se combina,
o no, con los proyectos mineros de gran escala.
Autonomía sobre cómo preservar
y administrar sus recursos; el primero de ellos el agua como fuente de vida.
Finalmente, autonomía para crecer como
pueblos, como organizaciones con voz y capacidad de decisión y construcción,
que requieren la protección y garantías del Estado en lo local y en lo
nacional; teniendo en cuenta no solo que la población afro e indígena
representa alrededor del 10 y 3% respectivamente de la población víctima de
desplazamiento, sino que se cuenta con herramientas importantes para hacer
frente a su situación como lo es el marco legal de protección y reparación a
víctimas (Leyes 387, 1448, Sentencia T-025 y los Autos de la Corte
Constitucional 004, 005, 174 y 073).
El encuentro, cuyo público estuvo integrado
por un buen número de jóvenes estudiantes, evidenció el compromiso con la
construcción de paz de estas comunidades; y así mismo la necesidad de la
articulación de las distintas entidades del Estado para hacer frente, de manera
coordinada, a los desafíos que hoy amenazan el territorio.
Texto tomado íntegramente de: https://colombia2020.elespectador.com/opinion/una-oportunidad-para-amplificar-las-voces-de-narino
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