La dirigente del Frente Afro, organización que nuclea a afrodescendientes
argentinos e inmigrantes, repasa las deudas con las víctimas de la esclavitud
negra en la Argentina y advierte sobre el “racismo estructural” de la sociedad.
“Todavía hace falta la reparación”, subraya. También reconoce el discurso de
Cristina Fernández del 25 de Mayo. “Es la primera vez que un presidente
reivindica la presencia negra en el país sin tapujos”, puntualiza.
El
ocultamiento histórico de la existencia de sectores sociales presentes en la
vida de Argentina empezó a ponerse en discusión en los últimos años. En el caso
de los afrodescendientes, la invisibilización –concepto clave–, la
discriminación y la exclusión social continúan siendo problemáticas cruciales
que tienen que enfrentar, más allá de los avances políticos y simbólicos que
viene propiciando el kirchnerismo. Tiempo Argentino entrevistó a Miriam Victoria
Gomes, representante del Frente Afro –organización de alcance nacional que
nuclea a siete agrupaciones de afrodescendientes argentinos e inmigrantes– en la
Mesa Nacional por la Igualdad y Contra la Discriminación, un espacio de
articulación política cuya principal referente es la legisladora de la Ciudad de
Buenos Aires María Rachid (FPV). Gomes dejó en claro la expectativa de gran
parte de los afrodescendientes argentinos: la necesidad de que el Estado
Nacional concrete un pedido de perdón por el genocidio histórico cometido y
lleve adelante una reparación a los descendientes de las víctimas de la
esclavitud negra en Argentina. La representante además es docente, profesora de
Literatura y preside la Asociación Mutual Unión Caboverdeana de Dock Sud.
– La presidenta en su discurso del 25 de Mayo pasado abordó varios
puntos relacionados con la presencia negra en la historia de Argentina. ¿Cómo lo
evalúa?
– Fue muy interesante, porque por primera vez en la historia argentina, una
presidenta reivindica la presencia negra en el país sin tapujos. Me pareció
importantísimo que ella lo hiciera, porque no es lo mismo que lo diga la
presidenta que cualquier otra persona. Pero sí advertí, como en muchos otros
casos, que se habla en pasado. Entonces a veces se dice: “Nuestros negros, los
primeros desaparecidos.” Y eso es lo que habría que corregir. No desaparecimos.
Hay que reconocer, sí, el sistema esclavista, el genocidio, la persecución, el
maltrato, el racismo que todavía existe. Pero también hay que decir que todavía
estamos, y seguimos aportando a la cultura del país. Por otro lado, su visita a
Angola me pareció muy positiva. Sin ninguna duda, hay una apertura hacia el
continente africano. Hay otra mentalidad de este gobierno hacia la cuestión
negra por un lado, y hacia el continente africano por el otro.
– ¿Cómo es la situación actual de los afrodescendientes en la
Argentina?
– Lamentablemente muchas de nuestras mujeres negras –hablo en general de las
mujeres afroargentinas descendientes de aquellos africanos esclavizados que
llegaron a partir del siglo XVI– siguen desempeñando las mismas tareas que en la
época de la colonia: limpiar la casa de otros, cuidar hijos de otros, cuidar
enfermos, lavar ropa, cosas que tienen que ver con ocupaciones subalternas. No
quiere decir que no haya profesionales en la comunidad, porque sí las hay. Pero
en líneas generales nuestras mujeres ocupan estos tipos de trabajo y además son
cabezas de familia. Son madres con hijos sin padres, porque el hombre negro
nunca pudo ejercer la paternidad. No pudo ser varón proveedor, durante la época
de la esclavitud los hijos no eran suyos. La madre los podía tener mientras los
amamantaba. Hoy no hay padres en los hogares negros. Estoy hablando en términos
generales, los caboverdeanos tenemos otra estructura familiar, pero no quiero
sustraerme a la realidad general. Estas son las consecuencias de la esclavitud
en la estructura social y familiar.
– Y el hombre, ¿en qué condición se encuentra?
– El hombre ocupa puestos precarios, chofer, portero. Había un decreto del
ex presidente Alvear, de principios del siglo XX, que establecía que todos los
porteros del Congreso tenían que ser negros argentinos. Muchos afroargentinos
trabajaron para el Estado, en puestos menores, en oficinas estatales o de la
policía, por ejemplo. También hay que tener en cuenta qué decimos cuando
hablamos de negros argentinos. Porque hay un estereotipo respecto de ese tema.
Un negro es de muchas maneras, la escala tonal es muy variada en la Argentina.
No siempre se los identifica como afrodescendientes, pero la persona lo es. Se
arrastra una serie de desventajas sociales y materiales que vienen desde el
siglo XIX y antes, y que son muy difíciles de superar si no se nos reconoce como
un colectivo particular con problemáticas particulares.
– ¿Qué políticas considera necesarias para comenzar a revertir
esto?
– No hay políticas públicas específicas para esta comunidad como sí las hay
para otros sectores. No hubo una compensación, como hubo y hay por ejemplo, para
la comunidad judía, quienes después de haber sufrido el Holocausto, y
demostrando que tuvieron familiares muertos en esa tragedia, reciben una
compensación. A nosotros ni siquiera se nos reconoce el haber sido víctimas del
tráfico esclavista. Entonces, en ese sentido todavía hace falta la reparación.
La reparación moral y el pedido de perdón. Estamos esperando el pedido de perdón
del Estado en primer lugar por acción o por omisión, y las reparaciones
económicas. Y luego de las estructuras sociales y de un racismo estructural que
forma parte de nuestra sociedad.
– ¿Cómo caracteriza a ese racismo estructural?
– Es un racismo no siempre consciente, que beneficia a las personas de piel
más clara sobre las de piel más oscura. Lo podés ver en la escala social: a
medida que asciende se va aclarando, y en la base somos todos oscuros,
indígenas, negros, mestizos o como los llames. Soy docente, y muchos de
mis colegas tienen comentarios despectivos respecto de los alumnos. “Y bueno,
qué querés con estos cabecitas negras”, ese tipo de expresiones, cuando nuestra
función es enseñar. Tal vez estamos fallando, entonces. Es muy cómodo decir “al
morochito no le da”. Y uno no está cumpliendo con su función, su obligación.
Otras personas me han dicho: “negra, volvete a tu país.” Contesté: “Salvo
que Dock Sud sea una república independiente, no tengo otro lugar donde ir.”
Porque este es mi país, y tengo derecho a quejarme y a luchar por este sector de
la sociedad que somos los afrodescendientes.
Fuente: http://tiempo.infonews.com/2012/06/11/editorial-78132-esperamos-que-el-estado