La disminución del conflicto armado permitirá dinamizar esta región azotada durante décadas por toda suerte de violencias provocadas por el tráfico de drogas, los cultivos ilícitos y la corrupción. Para ello se requiere de una apuesta permanente por políticas públicas enfocadas en reducir la brecha social y económica.
Dec. 10 de 2016
By: Ricardo Mosquera Mesa, ex rector y profesor
- Universidad Nacional de Colombia
El pasado 29 de noviembre arribó un megabarco asiático –con
casi 300 metros de longitud y capacidad para 800 contenedores– al nuevo puerto
Aguadulce de Buenaventura (Valle del Cauca). Su llegada evidencia no solo los
avances en infraestructura, sino la importancia de la inversión extranjera en
el Pacífico colombiano.
Las potencialidades del Pacífico están asociadas con su
ubicación estratégica y con los medios promisorios para preparar y asumir los nuevos
retos que impone el proceso de globalización internacional.
Foto: archivo unimedios |
Está región, olvidada por muchas décadas del poder central,
ha vivido toda suerte de violencias provocadas por el tráfico de drogas, los
cultivos ilícitos y la corrupción, que la convirtieron –a diferencia de la
costa Caribe– en la zona con los más altos índices de pobreza, desempleo y
desigualdad. Datos del Dane indican que en 2015 el Chocó registró el 62,8 % de
pobreza (seis veces más que Bogotá), seguido del Cauca (54,2 %) y La Guajira (53
%), donde más de la mitad de la población no accede a la canasta básica de
bienes y servicios.
Según el coeficiente de gini (1 es la peor situación) el
mejor departamento es Cundinamarca, que en 2015 tenía 0,438, seguido del
Atlántico con 0,440, mientras que los peores en desigualdad son el Chocó
(0,598) y La Guajira (0,551). En cuanto al Índice de Competitividad, en 2015 el
primer lugar lo ocuparon Bogotá (8,13 puntos), Antioquia (6,55) y Caldas
(6,06), mientras que los últimos lugares fueron para La Guajira (2,97),
Putumayo (2,58) y Chocó (2,36).
El caso del Pacífico colombiano es uno de los más severos en
los que se le ha dado la espalda a una de las regiones más ricas de
Latinoamérica. Quizá tenga razón el profesor Álvaro Tirado cuando sostiene que
“si queremos conquistar la gran cuenca del Pacífico, primero tenemos que
descubrir el nuestro. Quedan más cerca Quibdó, Buenaventura o Tumaco que Hong
Kong, Seúl o Tokio. ¿Cómo pretendemos integrarnos con el mundo cuando ignoramos
lo que pasa con nuestros compatriotas?”.
No se trata de lo que está primero, sino de entender que mal
se podría repetir la experiencia de convertir esta región solo en una vía de
penetración y tránsito de las mercancías de los puertos al interior, sin
integrarlo con el resto del país y del mundo.
Rica y olvidada
Mientras las regiones Andina y Caribe crecen, el Pacífico es
una región por construir. El departamento de Nariño tiene más relación con
Ecuador que con Cauca y Valle del Cauca, en tanto que Chocó ni siquiera cuenta
con una vía de acceso terrestre a su costa pacífica. Su aislamiento en pleno
siglo XXI no se compensa con el papel que jugó antaño como enclave estratégico
para las bonanzas mineras y madereras del país.
En los últimos años se han diseñado planes de desarrollo
local que buscan la integración regional. Uno de ellos fue el “Protocolo de
constitución de la región Pacífico de Colombia, tierra de paz, mar de
prosperidad”, firmado por los gobernadores de Chocó, Valle del Cauca, Cauca y
Nariño. La iniciativa, conocida como “Tierra de Paz, Mar de Prosperidad”,
enfatiza en desarrollo integral y desarrollo rural, conectividad, energía, seguridad
y servicios públicos.
De otra parte, el “Plan estratégico de la macrocuenca del
Pacífico 2013” –Chocó, Valle, Cauca y Nariño– reitera el proceso de integración
regional liderado por las respectivas gobernaciones. El propósito del Plan es
conectar el Pacífico colombiano con el asiático como nuevo polo de desarrollo
por donde transitan más de la mitad de los bienes y mercancías del comercio
internacional. El documento señala que esta zona del país cuenta con grandes
riquezas biológicas, ambientales y culturales, y excelentes condiciones
topográficas y climatológicas.
Otras fortalezas son sus recursos pesqueros de 450.000
toneladas al año, su alta pluviosidad –la más alta del planeta–, que la
convierte en una de las mayores reservas mundiales de agua dulce, y su
impresionante patrimonio en biodiversidad, la segunda después de Brasil, lo
cual es un importante atractivo para el turismo ecológico, que cada vez
prolifera más en el mundo.
Sin embargo, el Plan Nacional de Desarrollo 2010-2014, con
enfoque regional en la integración del Pacifico, advertía que para apalancar el
desarrollo regional –a través de la eliminación de las brechas sociales y
buscando un equilibrio con respecto a otras zonas del país– se requiere
promover un modelo económico alternativo que supere el predominio en la
extracción de recursos; superar la baja conectividad tecnológica y la baja
integración inter e intrarregional que limita la competitividad territorial, e
impulsar estrategias para generar empleo y reducir la pobreza.
A mediados del año pasado, la Dirección Nacional de
Planeación anunció que el Pacífico colombiano contaría con su propio “Plan
Marshall”, haciendo referencia al plan que permitió la reconstrucción de Europa
después de la Segunda Guerra Mundial. Para ello, el artículo 178 del Plan
Nacional de Desarrollo 2014-2018 creó un patrimonio autónomo de 3 billones de
pesos para esta región del país, el cual se llamará “Fondo para el desarrollo del
plan todos somos pazcífico”.
Según el Gobierno las metas son claras, y dichos recursos se
destinarán a proyectos focalizados de infraestructura y desarrollo
socioeconómico. Por ejemplo, la ampliación de la cobertura en acueducto y
alcantarillado, electrificación y mayor conectividad para mejorar los costos y
la facilidad en el transporte. También para disminuir la mortalidad infantil
del 24,79 % al 18,5 %, además de incrementar la tasa de cobertura en educación
media, que se prevé pasará del 73,31 % al 86,64 %, el acceso a agua potable y a
vivienda.
Integración local y global
Lo anterior permitirá impulsar una política de integración,
primero con el país de manera que sirva para aprovechar las ventajas de la
Alianza del Pacífico y las nuevas dinámicas de la geopolítica global, donde se
encuentran las economías más dinámicas del mundo.
China, país que lidera las inversiones asiáticas en América
Latina, invirtió más de 150.000 millones de dólares el año pasado en la región.
Así mismo, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal),
Chile, Perú, Argentina y Venezuela se han convertido en su principal socio
comercial, mientras que en México es el segundo después de Estados Unidos.
No cabe duda de que en la coyuntura global el Pacífico es el
nuevo tablero en el gran juego del intercambio comercial. En este, plataformas
como la Alianza del Pacífico –con el 36 % del pib de América Latina– podrían
convertirse en jugadores de élite. Por eso Colombia necesita jugar de titular y
no de suplente.
El pasado 24 de noviembre, durante el Foro de Cooperación
Económica Asia-Pacífico (Apec), en el que se presentó el “Nuevo marco de
cooperación pragmática (1+3+6) 2015-2019”, el primer ministro japonés, Shinzō
Abe, y el presidente de China, Xi Jinping, mostraron su apoyo a Colombia por haber
alcanzado el Acuerdo Final de Paz con la guerrilla más antigua del mundo; sin
embargo el nuestro es el único país no miembro de la Apec.