Organizaciones sociales y académicos adelantan una campaña de sensibilización sobre la importancia de responder “soy raizal, palenquero, negro o afro” en la actual medición estadística. Las políticas públicas para pueblos históricamente discriminados dependen en gran parte de eso.
foto: renacientes.net |
María Alejandra Medina. El Espectador
Imagine el
censo de población como una fotografía del país. La imagen mostrará cuántos
somos, en dónde estamos, qué tan diversa es la población y cómo ha cambiado la
foto con el paso del tiempo. La última medición de este tipo se hizo hace 13
años.
Tener los
resultados es clave a la hora de hacer planeación y formular políticas para,
entre otras cosas, atender a grupos históricamente discriminados, como los
étnicos, que gozan de derechos como la consulta previa y que cuentan entre la
población víctima del conflicto armado. No en vano, varias organizaciones han
descrito el ejercicio estadístico como “el censo de posconflicto”, fundamental
para la implementación del Acuerdo de Paz.
Si usted no
hizo el censo virtual de población, ni el DANE (Departamento Administrativo
Nacional de Estadística) ha tocado a su puerta aún, algo que debe saber es que
una de las preguntas que le harán tiene que ver con el autorreconocimiento
étnico. Es decir, si usted se considera indígena; gitano o rrom; raizal;
palenquero; negro, mulato, afrodescendiente o afrocolombiano, o ninguno de los
anteriores.
Para algunos
podrá parecer muy fácil, pero, debido al racismo que ha existido y que
persiste, muchas veces decir, por ejemplo, “soy negro” requiere de una dosis de
valentía. Afirmarlo, hacerse contar, sin embargo, es fundamental, según las
organizaciones sociales, para que el Estado sepa dónde focalizar sus acciones,
llevar salud, educación, vivienda, entre otros, y cerrar brechas o
desigualdades.
En relación
con las multinacionales, como afirma Claudia Mosquera, del Grupo de
Investigación sobre Igualdad Racial, Diferencia Cultural, Conflictos
Ambientales y Racismos en las Américas Negras (Idcarán), de la Universidad
Nacional, la información es útil a la hora de identificar la presencia de
grupos étnicos y saber cuándo es necesario garantizar el derecho a la consulta
previa sobre un proyecto.
El Idcarán
es parte de la Mesa Interétnica Censal, un espacio conformado por
organizaciones y universidades que desde hace alrededor de cuatro años han
estado pendientes del desarrollo del censo de población, que se esperaba que
comenzara en 2016. Pero, por asuntos presupuestales, entre otros, la medición
no arrancó antes del año en curso.
Ese grupo,
el Proceso de Comunidades Negras (PCN), el Movimiento Nacional Cimarrón, la
Conferencia Nacional de Organizaciones Afrocolombianas (CNOA), la Universidad
del Valle y el Observatorio de Discriminación Racial de la Universidad de los
Andes, se encuentran ahora en la etapa de “sensibilización” respecto al censo.
Esto es: insistir en la importancia de autorreconocerse a través de una
pregunta que sólo puede responder cada uno, no el censista.
La campaña
dirigida a las comunidades afros y que esas entidades emprendieron por
iniciativa propia desde enero consiste, entre otras cosas, en la difusión de
material audiovisual a través de redes sociales y la comunicación por medio de
perifoneo y radio y televisión locales, muy importante en los territorios, de
acuerdo con Mosquera.
Para Dora
Vivanco, vocera de CNOA, generar conciencia de que “estamos en modo censo” es
particularmente importante teniendo en cuenta que el operativo estadístico
coincidió con la época electoral. El objetivo es evitar el riesgo de que “se
desvíe la atención de la importancia del censo”. Agregó: “Colombia es un país
diverso, y en esa diversidad el pueblo afrocolombiano, negro, raizal y
palenquero también es muy diverso y hay que visibilizarlo”.
Entre los
desafíos que enfrenta el operativo, dicen, está la seguridad física por cuenta
de la presencia de actores armados en los territorios, así como la desconfianza
que las personas pueden tener respecto al censo en medio de conflictos, como
las denominadas “barreras invisibles”, tanto en el campo como en la ciudad.
Sobre lo
primero, el DANE ha resaltado el acompañamiento de entidades como la Policía,
el Ministerio de Defensa y la Fuerza Aérea en el operativo. En cuanto a la
generación de confianza, no es nuevo que la Ley de Reserva Estadística
establece que la información que cada ciudadano da es secreta y que los
resultados sólo se presentan como resúmenes numéricos. Para verificar la
identidad del funcionario que lo va a censar, además, es posible consultar con
el número de cédula en censo2018.dane.gov.co o llamando a nivel nacional al 018000
912002, según ha informado el DANE.
Asimismo,
esa entidad ha estado al pie de la campaña nacional de sensibilización sobre la
importancia del censo para los grupos étnicos, que se concertó en la consulta
previa del operativo (una campaña diferente a la mencionada antes). Lo
anterior, a través de la entrega de materiales impresos, de un spot de
televisión que saldrá al aire en los próximos días y de la promoción de la
difusión de cuñas de radio a través de las emisoras del Ejército y la Policía.
Se trata,
entonces, de un esfuerzo que no es menor o de interés de unos pocos. En el
censo del 2005, el 10,6 % de la población colombiana se autorreconoció como
negra, raizal, palenquera o afrocolombiana. Sin embargo, investigadores que han
participado en la campaña promovida por el Idcarán y CNOA, entre otros, han
calculado que la población puede ascender al 25 %. La motivación de responder
“sí, soy negro”, sin duda, será determinante en la cifra final.
Tomado de: https://www.elespectador.com/economia/que-tienen-que-ver-el-censo-y-la-diversidad-etnica-del-pais-articulo-754411
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