La revisión de los manuales escolares en Senegal intenta cambiar la imagen que los africanos tienen de su historia y su continente
Laura Feal. Saint Louis, Senegal
Los
antepasados de los senegaleses ya no son los galos, pero lo fueron durante
mucho tiempo. Casi cinco generaciones tras la independencia del país (1960) se
educaron con unos libros de texto que parecían salidos de un mal cómic de
Asterix y Obelix. En ellos, no solo la lengua, las imágenes y los contenidos
estaban desvinculados de la realidad africana, sino que detrás había un tufillo
de supremacía occidental que es el que verdaderamente deja huella, el
verdaderamente peligroso.
"Aún
hoy es necesario cambiar el modelo de educación y la urgencia es la revisión de
los manuales escolares", sentencia Sébastien Lefreve, hispanista francés
de la Universidad Gaston Berger (UGB) de Saint Louis y organizador de un
coloquio internacional el pasado mes de mayo sobre este tema. “Los esquemas
mentales de mis estudiantes aquí son los mismos que en París, donde el alumnado
es mayoritariamente blanco y occidental, cuenta tras ocho meses de cátedra en
Senegal. "Estáis enfermos de colonialismo, les digo, brusco, para provocar
el desbloqueo de la mente".
Ya lo dijo
en 1984 Cheikh Anta Diop: “El colonizado, o el excolonizado incluso, se parece
al esclavo del siglo XIX que, una vez liberado, va hasta el umbral de la puerta
y vuelve a casa porque no sabe a dónde ir". El estudio de esta importante
figura, padre de la dignidad africana que consiguió demostrar científicamente
que la civilización egipcia fue negroafricana, es una de las grandes ausencias
en el currículo senegalés aún hoy. Aunque ha sido objeto de reformas, el programa
escolar sigue sin romper los lazos con la antigua metrópolis en cuanto a la
conformación de un esquema mental basado en la experiencia africana.
"¿Qué
puede pasar en la mente de un niño que aprende cosas en la escuela pero que no
se aprende a sí mismo, ni sobre su propia historia?", se interrogaron
Lefreve y casi 40 personas más venidas de diferentes países africanos y
latinoamericanos como Brasil, Colombia o México, donde hay una fuerte presencia
de afrodescendientes. Los contextos de las personas de ascendencia africana de
los tres continentes (América, Europa y África) ligados en el marco de la
trata, la esclavitud y la colonización tienen, por tanto, fuertes lazos en la
actualidad, muchas veces deliberadamente ignorados.
“Los libros
escolares africanos deberían integrar la afro-diáspora e, inversamente, los
americanos y caribeños no tendrían sentido sin insertar una parte de la
historia del viejo continente”, explica Lefevre, miembro del Grupo de Estudio y
de Investigación Africano e Hispano-Africano (GERAHA). “Uno de los errores de
Senegal es mirar demasiado a Europa y no a América Latina, donde llevan dos
siglos trabajando la cuestión identitaria, tras la colonización española y
portuguesa”, opina el profesor.
El
congreso, de vocación muy práctica, concluyó en la conformación de grupos de
trabajo para la creación de una base de datos de referentes africanos y afro, y
herramientas alternativas para trabajar en las aulas, algo más rápido que la
revisión de los libros de texto. “Pese a que estos pueden ser pasos válidos,
detrás debe haber un proyecto político: definir qué educación se quiere y qué
herramientas se usarán para conseguirlo: algo que Senegal aún no ha hecho”.
En este
sentido, Adiara Sy, directora del liceo Ameth Fall, uno de los más importantes
y prestigiosos en Saint Louis que cuenta con más de 1.300 estudiantes, también
se pronuncia: “Hemos perdido la oportunidad al comienzo de la independencia. El
tipo de ciudadano que la escuela ha construido se ha hecho sobre lo que la
colonización ha dejado, y no se ha repensado. Ahora es muy difícil volver
atrás. El sistema educativo debe construirse sobre valores que vehiculen lo que
queremos ser. Pero no es el caso: vamos a golpe de financiador”.
La revisión de los materiales
escolares
Primero fueron
Mamadou y Bineta, dos simpáticos personajes que, aunque más cercanos al
alumnado en nombre y color de piel, seguían transmitiendo conocimientos
concebidos desde el Hexágono y sin relación con la sociedad en la que los ya
reales Mamadou y Bineta o los Aïcha y Moussa se desarrollaban como ciudadanos.
¿Es tan
necesario conocer palabras como aspirador o paraguas, o estudiar la Revolución
Francesa sin atender a necesidades más útiles como su propia independencia, los
tipos de serpientes o los sistemas de regadío en medios áridos? "Aunque
hemos vivido tiempos de inadaptación, desde hace una década estamos haciendo
esfuerzos por adaptar los manuales escolares a nuestra realidad", explica
el inspector departamental del Ministerio de Educación de Saint Louis, M. Dia.
"Los libros de texto de primera y segunda etapa revisados ya están
disponibles en las escuelas”. Para ello, escritores, investigadores y
educadores redactaron los contenidos que después serían validados por un comité
científico. A continuación, cada circunscripción selecciona una lista de
materiales para sus escuelas que estas eligen para que les sean distribuidos
gratuitamente.
Entonces se
presentan dos grandes problemáticas. La formación del profesorado para la
transmisión de los nuevos contenidos (e incluso la voluntad de estos) y la
dependencia externa para el acceso de las escuelas a estos manuales, la mayoría
de ellos editados por casas extranjeras.
“Los libros
de texto cuestan mucho dinero por lo que el Estado busca socios para acompañar
el proceso. El Banco Mundial, la cooperación canadiense, USAID, incluso la JICA
japonesa están detrás de ese apoyo, pero siempre hay una intención implícita:
hay un poco del país del financiador que se transmite en esos manuales” opina
Sy. La editorial francesa Hachette International ostenta actualmente el 85% del
mercado de la edición escolar en el África Francófona.
En estos
nuevos manuales hay una evidente voluntad de cambio en el contenido pero no
todos en el fondo: imágenes de fiestas de cumpleaños, algo lejos del imaginario
senegalés que no tiene por costumbre celebrar esta fecha, o el ejercicio de
completar un árbol genealógico compuesto tan solo por padres y abuelos en una
sociedad caracterizada por la familia extensa, son ejemplos del poco trabajo de
cambio de paradigma que hay detrás de algunos libros de texto validados.
La enseñanza en lenguas nacionales
Entre las
mayores cuestiones relativas al cambio en el modelo educativo está, sin duda,
la introducción de las lenguas maternas. De manera general, y debido en parte a
la creación de los Estados-Nación basados en las fronteras de la colonización,
los países africanos se caracterizan por una multiplicidad étnica y
lingüística. En Senegal hay reconocidas 18 lenguas nacionales, un esfuerzo
político que se ha criticado por no describir suficientemente las funciones de
estas ni su relación con la única oficial, el francés.
Uno de
estos idiomas, el wolof, se ha convertido gradualmente en la de preferencia,
hablada en todo el país como primera o segunda opción y asociada, en la
representación simbólica de muchos nacionales y extranjeros, como la propia de
Senegal. Su impregnación llega hasta el punto de que, aunque la lengua de la
administración sea el francés, en los espacios informales se habla extendidamente
el wolof.
“Si a un
niño de Louga le preguntas dos más dos en francés, piensa, duda y quizás
conteste correctamente. Si le preguntas en su lengua materna, no tardará ni un
segundo en responder”, suelen decir los defensores de la introducción de las lenguas
nacionales en la enseñanza primaria.
¿Cómo pretender que un niño adquiera las herramientas de base del saber
en un idioma que no es el suyo? Los psicopedagogos están de acuerdo en el papel
importante que juega la lengua materna en el desarrollo de la persona y la
personalidad del niño.
“La
introducción de idiomas nacionales es una cuestión que siempre está presente en
el Ministerio de Educación, —explica el inspector departamental de Saint
Louis—, porque supone una ruptura tremendamente importante. Es un elemento que
desarrolla la personalidad y también la diferencia: somos africanos y tenemos
nuestras lenguas y nuestra manera de ver el mundo. No es solo un código: hay un
arsenal de cultura implícito y esto tiene un impacto. No nos engañemos: somos senegaleses,
pero pensamos a la francesa. Hay una alienación".
El cambio
no es simple, se necesita una voluntad política. "Ha habido varios
intentos: en los ochenta hubo sistemas bilingües en pruebas, pero los padres
retiraron a los niños porque tenían miedo de que después no encontraran salidas
laborales", explica.
El tema de
la comprensión y asimilación del contenido es crucial: "Aquí se enseña en
francés como si fuera la lengua materna, y pedagógicamente deberían aprender
francés como lengua extranjera, que metodológicamente es distinto",
comenta Lefevre.
En
Ndiebene, un pueblo al norte de Senegal, el director de la escuela primaria
Ousmane Mbaye presenta el proyecto ARED. “Es un experimento que trabaja sobre
el bilingüismo, wolof o pular, al mismo tiempo que el francés. La lengua
nacional sirve de trampolín para introducir los conocimientos de base y para ir
pasando progresivamente al francés. En la evaluación se ha constatado muy buen
resultado”.
Los
detractores de la utilización de las lenguas nacionales argumentan que estas no
son aptas para transmitir conceptos científicos y técnicos. En respuesta,
Cheikh Anta Diop publicó en 1975 un artículo titulado Cómo enraizar la ciencia
en África: ejemplos wolof (Senegal), dando una verdadera lección práctica sobre
activismo lingüístico.
Construir nuestra propia imagen de
África
En
paralelo, intelectuales, artistas y movimientos de base siguen presentando
iniciativas que contribuyen a desmontar un imaginario que mira fundamentalmente
a Occidente que ha sido configurado no solo a partir de la escuela, sino
también los medios de comunicación, el turismo o la cooperación, de marcado
corte eurocéntrico.
“La
cuestión de la identidad está muy presente en la juventud senegalesa, que se
siente un poco perdida en este sentido. Muchas veces se reconocen únicamente
como negros con cabellos crespos sin darse cuenta de que están reproduciendo
estereotipos construidos por las teorías racistas del siglo XIX", explica
Fréderique Louveau, profesora de antropología en la UGB. Tienen un imaginario
muy limitado de lo que son y de lo que es su cultura, que asocian solamente al
peul que pastorea en su pueblo sin reconocer al peul que se va a Estados
Unidos, vuelve, introduce cambios en su comunidad, o se instala en la ciudad.
La cultura es algo dinámico y cambiante”
El
Festicoll, festival coloquio organizado en abril en Saint Louis por el
departamento de Civilizaciones, Religiones, Arte y Cultura (CRAC) de la UGB,
tuvo por objeto justamente trabajar con la población de la ciudad y a través de
la investigación académica pero también del cine, teatro, música y fotos el
tema del imaginario cultural desde una perspectiva africana. “No podemos negar
la influencia que tienen en la población las imágenes que se proyectan desde
fuera sobre el continente”, advierte Louveau.
“Es nuestra labor aprender a deconstruirlas y crear las nuestras
propias”. Y en esas estamos.
Publicado el 28 de agosto de 2017
Artículo y fotos tomados de: https://elpais.com/elpais/2017/08/23/planeta_futuro/1503488254_926649.html
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