Tres mujeres y dos hombres explican a EL PERIÓDICO cómo
viven su negritud y cómo
perciben el rechazo, sutil y no tanto, en su día a día.
MARÍA G. SAN NARCISO
Microrracismos, aunque no todo el mundo está de acuerdo con el término, da nombre a aquellas actitudes racistas cotidianas que padecen
las personas negras. A continuación,
los testimonios de cinco afrodescendientes españoles que los sufren a diario.
LUCÍA MBOMÍO
Periodista.
35 años
“Cada vez hay más racismo y se vuelve más refinado”
En los años
60 y 70, ser blanca, española y casarse con
un hombre negro era un hecho insólito.
El libro 'Las que se atrevieron' (Editorial Sial |Casa África) recoge seis de esas historias homenajeando a
aquellas mujeres que decidieron salir de la norma en una sociedad tan homogénea y conservadora. Como la madre de Lucía Mbomío,
su autora, que reafirma con él su identidad en
un país que, dice, racializa la nacionalidad.
Hija de ecuatoguineano, cuando la llevaron por
primera vez al pueblo de su madre, una persona pidió que le enseñaran
a la niña, a ver si era verdad que era mitad negra mitad
blanca (literalmente, querían ver si tenía medio cuerpo de cada color). «En los años
50 y 60, siendo todavía Guinea
Ecuatorial una colonia española, el perfil de
gente que llegaba era muy escaso y bastante concreto. Casi todos venían a estudiar. La gente no tenía un estereotipo elaborado en la cabeza porque prácticamente no había personas negras», explica.
Tampoco los idealizaban. Estar con un hombre negro
podía ser entonces un «movidón». Era el primero que conocían. Ni los tenían
hipersexualizados, ni se pensaba que
estaban con ellas por los papeles.
«Hace muy poco estaba en una discoteca de salsa y se
me presentó un chico. Me hizo la pregunta al cubo». Es decir, le preguntó de dónde
era tres veces. Primero, la periodista le respondió que de España,
después que de Madrid. Y, con el último «pero,
de dónde»,
le dijo que de Alcorcón. «Hay gente que quiere saber nuestro árbol genealógico
para entender por qué no tienes la piel
blanca», explica. Resultó que él trabajaba de
profesor universitario en Reino Unido. «Y
tú, ¿qué’, ¿te
dedicas a restauración, no?», le espetó
a Lucía. Se sorprendió muchísimo cuando la
repuesta fue que no, que ella era periodista.
«Al final, no dejan de ser ladrillos que construyen
tu día a día
y que son hijos de un sistema que es racista, que entienden que tú no puedes ser de aquí. Hijos de una educación
que no te incluye, que no habla de Guinea Ecuatorial, de la historia de España con respecto a temas como la esclavitud, el
imperialismo o el colonialismo»,
analiza.
Por eso, Mbomío
lo tiene claro: «Cuando me
preguntan si creo que hay menos racismo ahora que antes, pues digo que no, creo
que hay más y que además
se ha vuelto más refinado».
ARMANDO
BUIKA
Actor. 47
años
"Creces soportando la mirada de la gente"
Armando Buika es un actor que está cansado de interpretar siempre al matón, el delincuente de la cárcel, el agente de la CIA. No porque sean papeles
deshonestos, sino porque no se siente identificado con ellos. El socio fundador
del colectivo de artistas The Black View ha aprendido, junto con otros compañeros, a decir que no a personajes que no le hacen
crecer como actor y como persona. O, al menos, a planteárselo. «Porque
antes que nada somos actores», afirma.
Como afrodescendiente se ha encontrado con
peticiones de actores negros «con
acento». «Y,
¿qué
acento tienen los negros?», se pregunta. «A mí
lo que me choca muchísimo es que somos
grandes consumidores de ficción
de EEUU. A Will Smith lo aceptamos como actor principal en un peliculón. ¿Por
qué aquí
no hay negros que sean protagonistas?»,
replica su mánager, Pilar Pardo, justo después de finalizar una reunión con un representante del sindicato de guionistas
Alma.
Interpretar un personaje que no sea delincuente,
inmigrante o prostituta no es fácil.
Pardo explica que cuando presenta a Armando para un determinado papel –pongamos
que sea de un padre de familia–, que tiene que ser hombre de unos 40 años, alto y con otras tantas características que tiene y que van antes del color de piel,
le dicen que no. Que no buscan a alguien negro.
En la reunión
hablan de estas experiencias y de microrracismos. En este sentido, Buika
prefiere hablar de afrofobia. «Llevamos
desde pequeños esa incomodidad constante por no hacer todo lo
que te gustaría hacer, que las miradas no dejan de abandonarte.
Creces soportando y acostumbrándote
a que te mire la gente. Al principio, no sabes que eres diferente, hasta que un
día te das cuenta porque alguien te dice que eres
negro. Y entonces comienza la lucha contigo mismo, que es lo que hemos pasado
todos. Y es una lucha muy dura»,
afirma el actor.
Con su «mirada
negra» llevan esa lucha a lo audiovisual. Quieren
visibilizar a los actores, crear referentes multirraciales para los chavales jóvenes y dar la mano a guionistas, productores y
directores, para asesorarles a la hora de contar historias. Así seguro que alguno se lo piensa antes de pedir a un
actor con acento de negro.
GLORIA
MBILLA
Estudiante
de Periodismo. 22 años
"No se asume la afrodescendencia"
Foto: David Castro |
Las actitudes racistas también se dan en las aulas como sabe Gloria Mbilla,
estudiante de Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y miembro de
Kwanzaa. De padre camerunés y madre de
Ghana, explica que aunque en casa siempre le han hecho tener presente sus raíces, se ha criado, estudiado y crecido en España: «un
país que todavía
no asume que la afrodescendencia existe».
Tiene varios ejemplos. «Antes estudiaba Ciencias Políticas. En una asignatura, cuando ya habían pasado meses de curso en los que se apreciaba
perfectamente que hablo español como lengua
materna, una de las profesoras me preguntó
dónde había
estudiado, si sabía hablar bien español y si la comprendía. Me sorprendí y le pregunté si era porque soy negra. No entendía qué
otro motivo podía existir teniendo
en cuenta que soy bastante participativa y que hablo en clase con regularidad», explica.
«En el instituto siempre se me habían dado mal las matemáticas. En otras asignaturas era buena, pero esa se me cruzaba. En una
tutoría, mi profesor me comentó que quizá,
teniendo en cuenta lo mal que se me daba eso, debería hacer algo más
fácil ‘que estuviera dentro de mis posibilidades’. Así me daba a entender que mis posibilidades estaban
por debajo de las que tenían el resto de
compañeros. Los profesores deben asumir que su papel es
empoderar a los estudiantes, no hacerles pensar que por una asignatura ya no
puedes alcanzar tus objetivos. Casualmente nunca he oído que mis amigas blancas reciban esos comentarios», asegura.
Mbilla explica que los microrracismos –término que no le gusta porque considera que banaliza
un racismo tan continuo y reiterativo que te hace recordar cada día que siempre serás considerada ciudadana de segunda– son muy habituales en su vida. «Es muy común,
también para mis compañeras negras, sentir el asco ajeno cuando ocupas el asiento libre del
metro y la sorpresa de la gente cuando hablas por teléfono en perfecto castellano», dice. O cuando camina por una calle y otra
persona que cree que le va a robar. «Antes
era capaz de apartarme para no preocupar, pero he asumido que la calle es tan mía como de los demás, por lo que si quieren vivir pensando que la negra de detrás les va a robar es problema suyo», afirma.
SILVIA
ALBERT
Actriz y
creadora. 41 años
"Hay actitudes sutiles que nos señalan"
«Negra, española,
vasca, catalana, alicantina, murciana y olé.
Y en mis 41 años me han preguntado si soy nigeriana, guineana,
camerunesa, congoleña, brasileña, colombiana, dominicana, neoyorkina, francesa,
portuguesa... Pero jamás nadie, nunca, me
ha preguntado si soy de aquí».
La actriz Silvia Albert, nacida en San Sebastián, con residencia en Barcelona y estudios en Murcia
y Alicante, interpreta este fragmento en un solo, una obra de teatro que titula
'No es país para negras'. ¿Y por qué no lo es? «Porque se nos niega la pertenencia, se nos
cuestiona nuestra nacionalidad casi a diario. Porque se niega el racismo
existente en la población y a las personas
que nos quejamos se nos trata de paranoicas, de victimistas, se intenta
relativizar el dolor que sentimos, medir y comparar nuestro sufrimiento con una
vara de medir manipulada. Porque diariamente hemos de enfrentarnos a actitudes
sutiles que nos señalan como
diferentes, como criminales en potencia»,
responde. Habla, por ejemplo, de personas que agarran fuerte el bolso al
verlos, dependientes de establecimientos que les tratan mal por creer que no
tienen dinero para comprar o de personas que no se sientan a su lado en los
transportes públicos.
La idea del montaje surgió cuando se quedó embarazada en el 2012 de su hija Alma. «Comencé a cuestionarme mi
negritud en relación a ella. ¿Cuáles
habían sido mis referentes? ¿Cuáles
serían los suyos? Empecé a mirar la situación de las personas
negras en España, a relacionarme
y leer sobre activistas que ejercían
su activismo desde muchos lugares»,
afirma.
Llevarla adelante no era fácil, pero gracias a varios apoyos dentro del
Projecte Vaca, asociación de mujeres
dedicadas a las artes escénicas en
Catalunya, tuvo la oportunidad de contar una historia diferente. Su historia.
Una obra que remueve conciencias y rompe estereotipos, que muestra un relato con
el que las mujeres españolas
afrodescendientes pueden sentirse identificadas. Y que es referente para todas
esas niñas que no conocen a muchas mujeres negras más allá
de su familia.
En Off Latina de Madrid, donde ahora están actuando los viernes de septiembre, ofrecen
funciones especiales para institutos que incluyen un coloquio o un taller sobre
microrracismos al terminar.
RUBÉN H. BERMÚDEZ
Fotógrafo y diseñador gráfico. 36 años
"Me preguntan por qué soy negro"
«Soy consciente de mi negritud cuando voy al colegio
y los otros me lo dicen. Cuando me cantan la canción de los Conguitos y la del Cola Cao. Niños y niñas
en corro. Nocilla, Chocokrispis».
Esta es una de las entradillas que el madrileño Rubén H. Bermúdez utiliza para introducir su fotolibro Y tú, ¿por
qué eres negro?, en el que aborda, a través de imágenes,
su negritud y su relación con ella.
La pregunta que da título a la obra es una constante en su vida. La secuencia completa
comienza con la cuestión: «¿De dónde
eres?», para seguir con la de: «¿Y tus padres?».
Ambos son españoles y blancos, así que el interrogatorio sobre su identidad termina
con: «Y, ¿por
qué eres negro?».
«Me la repiten un montón de veces a lo largo de mi vida, hasta que tengo 30 años y, por primera vez, lo hace una persona negra.
De forma inclusiva. Me agita muchísimo», dice. Se trata del activista Abuy Nbufea y hablan
de la esclavitud que hubo en el pueblo de su abuelo. «Llego a mi casa y me pongo a investigar más. Encuentro un montón de cosas, mis apellidos relacionados con la trata de personas
esclavizadas», explica.
Acababa de impartir un taller sobre fotolibros así que decide abrirse un blog con la intención de crear uno nuevo. El resultado es una obra que
resume todo el imaginario que le ha afectado sirviéndose de su archivo personal de fotografías y de imágenes
prestadas.
Comienza con las primeras personas negras que ve en
televisión de los años
80, como Magic Johnson, o series como 'El príncipe de Bel Air', imposibles de ver en la ficción española.
Sigue con el colegio, donde por primera vez le hacen la pregunta («¿por qué
eres negro?») o le cantan la canción del Cola Cao. «El libro va creciendo y voy utilizando otros imaginarios relacionados
con historias que me han afectado. La primera vez que me para la policía para mí
es importante. El impacto más tremendo que
tengo en mi juventud es cuando una banda de nazis mata a Lucrecia Pérez, una mujer con un color de piel parecido al mío, al grito de ‘negra de mierda’», recuerda.
También
aparece la novia cuya madre no quiere «nietos
negritos», las canciones o el famoso negro del Whatsapp.
Toda su historia con pequeñas frases e imágenes que sirven para entender mejor cómo se percibe la negritud en España.
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