El alma humana, las razones, sentimientos y motivos, las historias pasadas, presentes e incluso las futuras, los rostros, los saberes, las miradas, los llantos trasformados canciones y las músicas que redimen lágrimas, tienen en la poesía el espacio ideal para expresarse y volverse eternidad. En el marco del lanzamiento del Decenio Afrodescendiente, Dinah Orozco Herrera, en el siguiente poema, dibuja y reivindica con una inteligente profundidad, fortaleza y pasión los orígenes africanos presentes en nuestra América.
¡Proclamamos!
I
Traficaron con
nuestras vidas
y nos subastaron a
la muerte,
hemos sido
bautizados con silabas de sangre
en nombre de un Dios
abierto en cruz de llamas.
Hemos sido separados
por la geometría territorial del tirano,
Aquél que con su
látigo insaciable
Se esconde todavía como
una sombra dominante
En los laboratorios
de la memoria colectiva.
II
Hoy…
Levantamos las
pupilas,
en la unidad del
sufrimiento,
Y aún con nuestros
músculos molidos en levadura,
convocamos la
rebelión de nuestros pueblos
en toda la
superficie del viento.
Que el temblor de
nuestro grito Piel-leopardo,
paladar esculpido de
ámbar y azafrán,
revestido con el
alma del Mbira,
-piano de lugares,
/Blues de la pantera,
se escuche en las
profundidades de las voces de la tierra.
Que el motor de la
palabra combativa
continúe latiendo
como un miasma de mangles y pantanos,
para el sudor que se
respira entre nuestras venas de marfil,
alimentadas de lucha
y esperanza,
se continúe
nutriendo de senderos…
Que el cemento de la
inconsciencia social
con su cabello de
púas,
sus pies de heno y
dolor,
su silencio de
olvido,
no convierta en
polvo sombrío
Ese fraternal
Manifiesto.
III
Hoy siglo XXI
Nos re-conocemos en
los ojos preñados de ensoñación.
Somos el Muntu
Renaciente,
Venimos de las
costas, las islas, los desiertos,
Los mares, los ríos,
las ciénagas, los lagos,
Los valles, las
selvas, los cerros y los montes,
y nuestras manos
tejen los invisibles hilos de la araña
para des-anudar las
sogas del pasado.
Y en la búsqueda
inacabada
de la metamorfosis
fecunda,
en la reexistencia
acompañada,
en la resistencia
soberana,
en la refundación de
nuestra Casa – vientre,
útero de la Matria
afro-diaspórica,
maduraremos nuestros
sueños.
IV
Por las cenizas de
todos nuestros muertos,
esclavizados y
esclavizadas sin sombras, sin huellas, sin ecos
zombificados por el
estiércol del hambre y de la ausencia,
silenciados en la
opresión de la podredumbre existencial,
por la remota angustia
de las cadenas y las llagas incurables
adheridas a la piel
de la madrugada, de la noche y bajo el sol.
Por la serpiente de
Elegguá
mordiéndose las
colas trenzadas en su danza guerrera;
hoy proclamamos nuestra
Canción Posible,
rima consonante de
guaracha, maraca y bongo,
Canto-Orikí ritmado
en aire de Bullerengue silbante.
Que se sacude como
un trémulo lumbalú de laberínticos tambores,
en lengua sutu ri
palenque.
Suto ta akí yolando
i éle guatiando i rindo rema
(estamos llorando y
ella (la muerte) nos está viendo y se está riendo).
Icho leo, icho leo
pa bo remansa i lujé riro!...
(expresa tus
lamentos, eso te permitirá desahogarte
de todo sentimiento
que llevas guardado).
Para que ya no seamos
fragmentos de mapas exiliados,
ni cuerpos disecados
en bolsas negras,
ni manos encadenadas
pintándonos el alma de miedos;
ni crujir de dientes
que mastican grilletes,
mientras cuentan
nuestras cabezas
mientras arde nuestros
cuerpos en la hoguera.
Para que dejemos atrás
las calcinadas hojas de la plantación de banano,
El latifundio de
cacao donde los pájaros lloraban de agonía a lo lejos,
Los oscuros
socavones de las minas alumbradas con el resplandor de los huesos.
Para que renazcan de
dignidad
Las voces ulceradas
La sangre derramada
Los egguns olvidados.
Para que ya no
bostecen más los ancestros en medio de las cadenas oxidadas
En aquellas selvas
donde los enormes troncos de la h-historia
arrastraron las
verdades del tiempo.
Hoy estamos aquí y
allí, convocados y convocadas
para emprender el
viaje de retorno hacia la Ruta de la Canoas
para remar caminos
certeros de otra orilla.
a un sitio donde por
fin un nuevo sol nos espera;
donde se encienda la saliva sagrada de los
ancianos y ancianas;
allí ombligaremos la
tradición en el aliento de la semilla.
Porque nosotros y
nosotras kombilesas, Ekobios, Cimarrones, Cimarronas
hemos nacido para
contar esa parte de la historia
que lleva más de
cinco siglos… ¡clamando justicia y libertad!
Dinah Orozco Herrera
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