Domingo Biohó es, quizás, el más famoso de los negros cimarrones y rebeldes de Colombia. Algunos historiadores suponen que procedía de Biohó, Guinea Bissau, África Occidental, lugar desde el cual los esclavistas, en la segunda mitad del siglo XVI, enviaban a los negros hacia ‘el nuevo mundo’, más exactamente a Cartagena de Indias, ciudad fundada en 1533, principal puerto de tráfico y venta de negros.
Domingo pertenecía a una tribu de hombres fuertes y guerreros, buenos navegadores, estimados y temidos en su entorno, que en su mayoría fueron capturados, incluido él. Domingo fue vendido en Cartagena al español Alonso del Campo en 1596. Allí fue empleado como remero forzado en uno de los barcos que surcaban el río Magdalena. Para aquél entonces el número de esclavos había aumentado, así como el número de los que lograban huir y formar pequeños pueblos en lugares accidentados con facilidad de defensa, llamados palenques.
Domingo, aprovechó un percance para huir, pero fue recapturado y obligado a volver a las galeras, como se consignó en un documento de 1599 citado por el historiador cartagenero Roberto Arrazola. Sin embargo, su deseo y voluntad de libertad fueron más fuertes que las cadenas y logró liberarse; se refugió en los montes hasta organiza a sus seguidores y la vida diaria de los pueblos de cimarrones. También conformó una red de inteligencia que le daba información sobre los sucesos que acontecían en la ciudad y organizaba las fugas de más esclavos cimarrones hacia el territorio liberado.
Existen documentos coloniales, datados desde 1603, que reconocen a Domingo como jefe y fundador de los palenques en la región cienagosa de la Costa Atlántica de los Montes de María. Él vivía en la Matuna. Su labor comenzó a ser vista con cierto temor y preocupación por las autoridades. El gobernador, Geronimo de Suazo, al ver libre a la población de las montañas, decidió acabar con Biohó y su gente. Consiguió permisos, soldados y armas, para someter a los negros sublevados, pero nunca fueron vencidos definitivamente porque tenían una organización eficiente y sólida. “Biohó y sus gentes se defendieron detrás de un fuerte de madera y auxiliados por la ciénaga que tenía más de 40 leguas. Arremetieron con arcabuces, espadas, arcos y lanzas. Contraatacaron robándose el ganado e incendiando las estancias vecinas, raptaron esclavos que trabajaban en ellas y sembraron tal ambiente de miedo que, en 1633, los vecinos de Cartagena resolvieron enviarle una comunicación al rey de España quejándose de la situación” (Arrázola, 1970: 64). Su sueño era apoderarse de Cartagena y volver a África. En 1605, Gerónimo Suazo firmó un tratado de paz con Domingo, denominado con cierta ironía como Rey del Arcabuco, que no duró mucho; las hostilidades continuaron, según relata el mencionado historiador.
La paz sólo se concretó en 1612 bajo la gobernación de Diego Fernández de Velasco. El tratado fue violado por los españoles en 1619, cuando Biohó caminaba descuidadamente y fue arrestado por la guardia de la muralla. Lo ahorcaron y descuartizaron el 16 de marzo de 1621. El gobernador García Girón, quien ordenó la ejecución, argumentó amargamente que era peligroso el respeto que Biohó generaba en la población y que “con embustes y encantos se lleva tras de sí a todas las naciones de Guinea que hay en la ciudad”.
El legado
Es interesante como el nombre Bioho se encuentra en los documentos escritos en diferentes formas: Biho, Bioko, Bioo. Es citado muchas veces entre 1600 y 1790. Es cierto que se trataba de diferentes personajes, probablemente hijos, familiares o miembros de la misma tribu, que se sucedieron como jefes de palenques. Algunos fueron presos y ajusticiados, pero siempre hubo rebeldes que no sólo tomaron el nombre de Domingo Biohó, sino que mantuvieron la independencia de los palenques. Aunque algunos fueron destruidos, siempre volvían a florecer.
La Unesco declaró Patrimonio de la Humanidad al Palenque de San Basilio, primer pueblo libre de América, con el reconocimiento del Rey en 1711. Las gestiones finales fueron realizadas en Cartagena y en España por los presbíteros Miguel del Toro y Balthasar de la Fuente, con el apoyo del obispo Antonio Maria Cassiani, miembro de la orden de San Basilio, cuya imagen se venera en la iglesia y de quién el pueblo tomó el nombre.
En la segunda mitad del siglo XVIII se destacó otro personaje llamado Rey Benko, que tal vez era originario de una región ubicada al oriente del río Senegal en África. Fue un héroe de la resistencia negra no sólo en guerra, sino también en la organización social, religiosa, política y económica de los palenques. En ellos se vivía del cultivo del maíz, de la yuca y se criaban animales domésticos para la subsistencia, sin olvidar al ganado que lograban llevarse de las haciendas de los españoles y las armas y el oro y otras mercaderías que conseguían en los asaltos, inclusive a las embarcaciones que navegaban por esa área del río Magdalena.
Domingo Biohó, Rey Benko y los cimarrones que siguieron sus huellas, han sido signo de dignidad y libertad, a lo largo de la Colonia hasta las guerras de la independencia e inspiran todavía hoy, no sólo a los afrocolombianos y a sus líderes, sino también a todo colombiano que desea un futuro de dignidad, libertad y paz para Colombia.
RS
No hay comentarios:
Publicar un comentario