21 de julio de 2015

DOCENTES DEL PACIFICO CONTINÚAN TOMA DE LA IGLESIA SAN FRANCISCO EN EL CENTRO DE BOGOTÁ.

El CAEDI - BOGOTÁ, visitó este fin de semana a los profesores del Pacífico quienes a pesar del cansancio por el paso de los días y el frío de la capital, continúan con mucha firmeza en su intención de dialogar con el gobierno nacional. 

Ya hace más de diez días que unos 300 docentes venidos del pacífico colombiano, en especial del departamento de Nariño y del municipio de Buenaventura se tomaron pacíficamente la Iglesia de San Francisco, en la carrera Séptima en el centro de Bogotá. La decisión fue tomada luego de una larga búsqueda infructuosa por entrar en dialogo con el gobierno, en especial con la ministra de educación. Se cansaron de dialogar con representantes del ministerio de educación con muy bajo poder en la toma de decisiones respecto de sus exigencias. Curiosamente, ahora que han llegado a Bogotá, les han enviado a esos mismos representantes intrascendentes. Aun así, esperan que en la mañana de hoy martes, se concrete una reunión entre miembros del ministerio de Educación y representantes de los docentes.

 Los docentes se encuentran a tiempo completo en el templo, allí duermen en las bancas que han unido para simular una cama. En el lugar que antes se escuchaban cantos religiosos, se oye ahora las conversaciones entre los profes, hablando de su situación, el sonido de sus celulares por medio de los cuales se comunican muy probablemente con sus hijos y demás familiares que se han quedado en sus pueblitos y veredas. A los profes no les quedaba otra salida, o se venían para la capital o su irremediable situación acabaría por condenarlos al desempleo y a todos sus estudiantes al fracaso educativo. Nos cuenta el profesor Derby Sánchez que la deserción escolar es del 10%, pero aun así los que terminan el colegio, tienen muy pocas oportunidades para continuar sus estudios. De este modo se da la fuga de las generaciones más jóvenes a otros lugares, por supuesto ese es uno de los motivos, pues todos sabemos que la violencia, avalancha minera y narcotráfico son otros de los principales factores que obstaculizan el futuro de sus pueblos.

Nos cuentan los docentes que desarrollar la labor educativa en su región es una tarea que hacen con amor, pero se han cansado del abandono estatal, pues sus escuelas no cuentan con la infraestructura necesaria. El trabajo docente no es bien remunerado, uno de los profes nos dice que para ganarse la vida, se ocupa como peluquero y también como pescador. Tener más ocupaciones a parte del servicio docente es prácticamente una obligación entre estos maestros. Junto a esta situación están las nuevas y descontextualizadas exigencias del ministerio de educación que ha sometido los puestos de estos profesores a concurso docente. Sin tener en cuenta que hacen parte de las poblaciones afrocolombianas, las cuales reclaman un trato parecido al que desde la etnoeducación se le da a los pueblos indígenas, en la medida que pueden tener docentes pertenecientes a sus mismas comunidades. Los profesores están de acuerdo y piden que se dé vía libre al proyecto etnoeducativo afrocolombiano en la departamento de Nariño.
Por otra parte, llegar a Bogotá y ubicarse en un sector tan concurrido como la carrera séptima ha sido una experiencia muy fuerte para los profes. Por este sector de la ciudad se moviliza a diario gran cantidad de personas, algunas de ellas, se detienen un momento, preguntan qué pasa, y les alientan en su búsqueda. Pero también es cierto que por allí también pasa a diario la indiferencia del colombiano y la colombiana que poco le interesa lo sucesos a su rededor. Les ha tocado a nuestros profes sentir también de cerca el abandono de sus compatriotas.

Pero más allá de esta situación es verdaderamente loable la decisión de los docentes. Cuando todo esto pase, -y Dios quiera que sea pronto- tendrán grandes historias para contarles a sus estudiantes, de cómo se vinieron desde sus lugares de origen, hasta el corazón mismo de la capital, a reclamar por mejor educación para ellos y ellas. 

REDACCIÓN CAEDI - BOGOTÁ