1 de junio de 2017

Mi Buenaventura

Para el paro cívico sobran las razones. Pero la primera de todas es nuestro racismo, que se nota en nuestra indolencia y en nuestro olvido. Pero allá está el Esmad, porque con el puerto más importante del país frenado estamos perdiendo plata, y eso, en tiempos de la conquista como hoy, sí que nos duele. Pero es Colombia la que tiene una deuda histórica con el puerto.

Catalina Ruiz-Navarro
El Espectador 1. Junio. 2017

Tomada de Portafolio
“Somos las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, a todas las niñas de 15 años que nos encontremos en las calles las vamos a violar”, dice la voz de un hombre en una nota de voz que se empezó a rotar este mes en un sector de Buenaventura conocido como Lleras, en donde viven al menos 300 familias desplazadas por la violencia. La policía local dijo a ¡Pacifista! que si bien conocían la amenaza, “eso era a nivel nacional”, pero si es así, sería aún más grave que todas las niñas de Colombia hubiesen recibido esa amenaza. El mismo día que el portal dio a conocer esta noticia, el puerto de Buenaventura se fue a paro cívico. Y no solo porque las niñas de la ciudad vivan en medio del terror, sino porque además no hay agua, ni educación, pero eso sí, hay mucho desempleo. Y todas estas desigualdades se juntan para que, a falta de Estado, mande la violencia. Para que una amenaza de ese tamaño circule tienen que estar mal muchas cosas, más aún si la única reacción de la Policía es encogerse de hombros. Para el paro cívico sobran las razones. Pero la primera de todas es nuestro racismo, que se nota en nuestra indolencia y en nuestro olvido. Pero allá está el Esmad, porque con el puerto más importante del país frenado estamos perdiendo plata, y eso, en tiempos de la conquista como hoy, sí que nos duele. Pero es Colombia la que tiene una deuda histórica con el puerto.

En 1545, Francisco de Rodas le pidió al rey de España un préstamo para traer 3.000 africanos de diversos orígenes para que vinieran a ser esclavizados en las minas de los encomenderos del Pacífico. Por ese entonces, la Nueva Granada era un epicentro de trata de personas, un puerto como Cartagena “distribuía negros” por todo el continente. Es por una dolorosa historia de esclavitud y trata de personas que colombianos de todos los tonos de piel nos ufanamos de tener “sabor”; algo que, dicho sea de paso, es casi que la única cualidad que les reconocemos a los afrocolombianos. Colombia es uno de los países con más población negra en Suramérica, porque nuestro territorio fue esclavista y, como nos lo recordó la revista Hola hace unos años, lo sigue siendo, aunque no de manera oficial.

En Colombia hoy los afrocolombianos se destacan marcadamente en la música y en el deporte. Pero no es porque “la raza negra sea mejor para esas actividades físicas y para el swing”, como reza ese viejo prejuicio en el que la raza blanca está para pensar y la negra para cargar y entretener. Dicho sea de paso, es la misma excusa que usaron los europeos para esclavizar a sus antepasados en primer lugar. Es porque la música y el deporte son de los pocos talentos que logran florecer en medio de la miseria. Para ser médico o científico toca pagar la universidad. Si en Buenaventura hubiese carreteras, universidades, hospitales, oportunidades, hablaríamos de sus aportes a la ciencia, a la literatura, a la política: esos campos dominados por los blancos. Buenaventura es un pueblo que nunca se pensó para vivirse, por eso, nuestro racismo es más que evidente cuando preguntamos ¿quién vive allá?


En una canción que ya es un himno de la rumba colombiana, ChocQuibTown nos hace cantar: “De donde vengo yo, la cosa no es fácil pero siempre igual sobrevivimos. De tanto luchar, siempre con la nuestra nos salimos”. Y luego coreamos esos durísimos “todo el mundo come pollo, menos nosotros”, “todo el mundo quiere irse de aquí, pero ninguno lo ha logra’o”, como si quienes nos vamos de fiesta en otras ciudades del país supiéramos lo que es “no comer pollo”. Cantamos con cinismo “mi Buena ventuuu ra” ¡y bailamos! Pero en Buenaventura las niñas están encerradas en sus casas.

Texto tomado de:http://www.elespectador.com/opinion/mi-buenaventura-columna-696310 

30 de mayo de 2017

¿Tiene algo que ver el racismo con las deudas históricas con Buenaventura?

¿Tiene algo que ver el racismo con las deudas históricas con Buenaventura?

Tomado de: Semana.com

El diálogo entre el Gobierno Nacional y la comunidad de Buenaventura
avanza con lentitud. Todavía no es claro cuándo se levantará
definitivamente el paro que ya cumple 15 días.



Desde el pasado 17 de mayo miles de personas en Buenaventura decidieron salir a protestar. Su objetivo principal es que se declare al municipio en estado de emergencia económica y social. Aunque viven en el puerto más importante de Colombia, pues allí se mueve casi 16 millones de toneladas de mercancía al año, lo que genera 5.4 billones de pesos en impuestos de aduana, en el lugar habita una de las poblaciones más pobres del país. Aproximadamente el 64 % de la población es rural, de los cuales el 91 % es considerado pobre, y el 9,1 % vive en condiciones de miseria. Pero, ¿tiene esto algo que ver con el racismo, es decir, con un trato diferencial que afecta negativamente a un individuo o comunidad?

Buenaventura es el tercer municipio de población afrodescendiente en la nación en términos absolutos. Tiene alrededor de 400.000 habitantes, de los cuales el 88,7 % son afrocolombianos. Es el municipio del Valle que constituye parte del Litoral Pacífico, la región histórica de actividad minera de aluvión que integró la economía esclavista de terratenientes, mineros y comerciantes del suroccidente, durante la Colonia y la República, bajo el control de las élites blancas de Popayán y otros centros urbanos pequeños entre los siglos XVII y XIX, como Buga, Cali y Cartago.

Después de la abolición de la esclavitud, los negros se convirtieron en sujetos económicos y de procura de bienestar. Pero comenzaron de cero, mientras que aquellos que antes eran los amos ya estaban acomodados en el nuevo sistema económico con el superávit que la comunidad negra generó. Además, la relación económica e histórica de dichas élites con esta región del Pacífico y su población (en su gran mayoría descendientes de esclavos) no fue ni ha sido favorable para procesos de integración socioeconómica. 
Según Ray Charrupí, director de Chao Racismo, y quien apoya el paro, hay varias expresiones de racismo en nuestro país, pero el que más afecta a los pobladores de Buenaventura y otros lugares del Pacífico es el racismo estructural. Es decir, cuando desde la institucionalidad no se actúa para mejorar las condiciones de vida de esta comunidad.  
“¿Cuál es la explicación para que un puerto que moviliza el 60 % de la carga de este país no tenga negros en la junta directiva?, ¿para que la riqueza que genera no tenga mayor distribución? ¿Cómo es posible que un puerto que tenía una vocación de reinvención social, fuera liquidado o privatizado para que quedara en manos de familias blancas?, ¿por qué las utilidades del puerto llegan a la familia Parody en vez de ser invertidas en vías, acueductos y hospitales en Buenaventura? ¿Cómo es posible que en Buenaventura no haya un hospital de primer nivel? Tenemos toda la costa Cauca sin posibilidad de vía de carretera a la capital Popayán, tenemos un Chocó sin una carretera digna, que pone muertos, evita que llegue el desarrollo y que la producción sea eficiente, lo que dificulta la competitividad del municipio”, dijo Charrupí.  
Y su lista de preguntas continúa: ¿Por qué las mujeres siendo más del 50 % de la población tienen una ley de cuotas que ayuda a garantizar la participación de la mujer, pero la población negra, que es el del 20 % en el país, no tiene una ley similar garantice que el Pacífico se vea representado en todos los niveles? ¿Cómo es posible que de 53 embajadas ninguna tenga un embajador negro, que de 60 generales ninguno sea negro, que en las tres altas cortes nunca haya habido un magistrado negro?
Jorge Iván Jaramillo, doctor en Cultura en América Latina, también piensa que la pobreza extrema del Pacífico colombiano “es producto del racismo y del Gobierno que solo mira ese lado del país cuando se dan problemas que dejan ver el olvido y los resultados de unas prácticas asistencialistas que han logrado afectar comunidades enteras. El Gobierno de turno atiende con paños de agua tibia unas problemáticas que son estructurales y que impiden a la comunidad negra salir del ostracismo al que el centralismo recalcitrante y elitista la han sometida por siglos”.
La historia ha demostrado también que el racismo es un problema que tiene raíces económicas. Los judíos en alemania eran objeto de rechazo porque fueron definidos como una amenaza para la economía de los ciudadanos. En la actualidad en Estados Unidos los latinos son discriminados bajo sustentos económicos; supuestamente atentan contra el ambiente laboral, la propiedad privada y la seguridad de esa nación. Los negros son discriminados porque eran la fuente con la que una población se hacía rica gracias al trabajo no remunerado, o con la que hoy se hacen ricos gracias a que la retribución económica es mínima.
En el caso de Buenaventura —explicó Jaramillo— al ser un puerto clave en Colombia, se ha privilegiado a una pequeña parte de la población que cuenta con el manejo de la economía local, mientras que la comunidad afro, que pone la fuerza de trabajo, queda relegada, sin el total de necesidades básicas cubiertas y pocas posibilidades de ascender en la escala social.  
Para Pablo Fortaleza activista e integrante del grupo musical Profetas es muy curioso que todas las poblaciones afrodescendientes del país tengan los índices de pobrezas más altos y que además estén por debajo de todos los índices de desarrollo: “Además de ese racismo estructural, también tenemos que lidiar con racismo de baja intensidad como los estereotipos que hacen que, por ejemplo, seamos más requisados por la policía, que se nos niegue la entrada a ciertos lugares, que no se nos contrate, que se piense que son buenos para bailar y los deportes, pero no para ocupar cargos directivos”.  
"Veo racismo todos los días agregó FortalezaAl negro no le decimos negro, le decimos moreno, para que no se sienta mal. Como si ser negro fuera algo negativo que hay que atenuar. Cuando nos piden que nos imaginemos a una negra en la playa a muchos se nos pasa por la cabeza una mujer que vende algo o que va a hacernos las trencitas. Eso también es racismo”.  
“Hay muchos estereotipos negativos sobre los negros porque somos carentes de bienestarpor lo tanto somos pobres y lo pobre no es bonito, seguro, saludable o educado, y es así como muchos siempre se imaginan a los negros”, explicó Charrupí.
Por estas razones la comunidad del Pacífico también protesta. Para ellos, solo hasta que otros ciudadanos empiecen a vivir la escasez, entenderán la pobreza histórica de Buenaventura y otros municipios. Por el momento, los líderes del paro y el Gobierno se encuentran dialogando para llegar a un acuerdo prioritario sobre estas necesidades: Asegurar recursos para construir un hospital de tercer nivel y adecuar el del segundo, la entrega del Megacolegio que servirá para albergar a 2.850, la construccipon de una nueva sede del Sena, la reducción de los cortes en el servicio de agua del distrito (que tiene fallas 120 días al año, en promedio) y contar con plantas potabilizadoras, además de la ampliación del aeropuerto y la construcción de varias vías.
Los expertos concluyen que mientras no se ataque la raíz del problema con educación, infraestructura, movilidad, reconocimientos a aporte a la nación de las comunidades afro, será muy difícil superar los problemas actuales, y situaciones como las que padecen y sufren las comunidades negras en Buenaventura y el Chocó. 
Artículo tomado de:http://www.semana.com/nacion/articulo/por-que-todavia-existe-el-racismo-buenaventura-colombia/526859