4 de septiembre de 2015

Ser Afrocolombiano ayer y hoy

Desde el siglo XVI los historiadores marcan que entre 150 mil y 200 mil africanos esclavizados entraron por Cartagena de Indias en las actuales tierras colombiana. De éstos más o menos 80 mil se quedaron en Colombia y posteriormente el resto fue distribuido hacia países vecinos como Ecuador, Panamá y Perú. Los esclavizados eran comprados en Cartagena y Mompox dirigiéndolos hacia el centro del país a través de los ríos Cauca y Magdalena.

Diana Lucía Benítez Ávila

Los primeros años de esclavitud por motivos estratégicos se prefería a los varones para los trabajos en las minas y en las haciendas, despreciaban a los ancianos y a los niños. Con el paso del tiempo y “ahorrar en nuevas compras” cambiaba la estrategia y se da más importancia a las mujeres esclavas, las cuales garantizaban a los colonos el nacimiento de más esclavos.

A medida que va pasando el tiempo, los colonizadores buscaron nuevas formas de utilizar a los esclavizados, a las mujeres les asignaron el trabajo doméstico especialmente en las principales ciudades del país; e inclusive en otras partes, los niños fueron forzados a trabajar como artesanos.
El esclavo se convirtió entonces en fuente de ingreso para el amo, donde se les despachaba por la mañana y debían regresar en la noche con dinero para ellos, esta exigencia de llevar la renta diaria dio origen en algunas mujeres y niñas a acudir a la prostitución por miedo a ser asesinadas.
La esclavitud fue llegando a niveles cada vez más denigrantes e inhumanos.


Los castigos 

En la necesidad de desarrollo y crecimiento del capitalismo propio de la época y en afán de obtener mayor ganancias en la producción generada por el trabajo de los esclavos, éstos eran sometidos a infinidad de castigos llevándolos al extremo y en la mayoría de casos a la muerte.
Por ejemplo mientras que los esclavizados trabajaban, éstos eran vigilados por sus capataces y ellos al ver algún intento de descanso inmediatamente los castigaban con el látigo, sin recibir alimento, ni agua y esto les suponía sufrir de desnutrición ya que se veían obligados a trabajar incluso enfermos sin ningún tipo de consideración.
En otros casos, si el esclavo trataba de huir o uno de sus familiares, los capturaban, los colgaban de una viga y les daban 50 latigazos o más. Si el líder era el que huía, era cortado en pedacitos y colocado sus partes en diferentes lugares de las plazas para que los demás lo vieran y no lo intentaran o sabían que les ocurriría lo mismo.


Por otra parte, si una mujer embarazada cometía un delito, se hacía un hueco en la tierra donde se metía la barriga y en la espalda le daban rejo: les rompían los tendones del pie y les hacían cargar un hierro pesado.
Otros castigos a los cuales eran sometidos eran: el corte de la lengua, cuando hablaban su idioma nativo, el vaciamiento de un ojo, la castración, el baño en aceite hirviendo, les cortaban las orejas, en algunos casos les cortaban alguna extremidad como manos o pies, encierro en lugares fríos y oscuros como los calabozos sin ninguna comodidad; todo esto reglamentado en las leyes.


Todos deben hablar una sola lengua y tener una sola religión

Para obligar a los nativos a olvidar su lengua y sus creencias los separaban de su grupo y los mezclaban con personas de otras tribus. Los doctrineros católicos hicieron su parte obligándoles a asumir la nueva doctrina con el bautismo. Aun así, personajes como los Jesuitas Alonso de Sandoval y Pedro Claver lograron ver con ojos de misericordia a los maltratados por el régimen esclavista.
A pesar de la imposición religiosa, con el tiempo los africanos en américa rescataron sus tradiciones religiosas, en muchos casos mezcladas u ocultas en los ritos católicos. Estas expresiones se evidencian en ritos que se han conservado de generación tales como el ritual mortuorio, el agua del socorro, los alumbraos a los santos, los alabaos y los arrullos; de hecho la utilización de la cruz les permitió reencontrar el alma del pueblo negro identificando el sufrimiento del Cristo con el propio.


En la actualidad

La ley 70 de 1993 tiene como objetivo reconocer a las comunidades negras, que han venido ocupando tierras baldías en las zonas rurales caribeñas de los ríos de la cuenca del pacífico, de acuerdo con sus prácticas tradicionales de producción y el derecho a la propiedad colectiva; y es así como se estableció este mecanismo que permite u cierto nivel de protección a la identidad cultural, del desarrollo económico, social, y de la igualdad.
Y gracias a ésta y a otros movimientos de lucha por los derechos como la del 1 de enero de 1852 donde fue abolida la esclavitud en Colombia por el entonces presidente José Hilario López, ha sido posible que este fenómeno haya acabado con la explotación que tuvo que vivir este pueblo.
Por otra parte, aún existe en el país el Palenque de San Basilio, el más significativo por haber sido el primer lugar libre de Colombia y de América Latina, reconocido por la corona española como heredero de la lucha iniciada por Benkos Biojó en el palenque de la Matuna; declarado por la UNESCO como patrimonio cultural e inmaterial de la humanidad.

Datos

Las zonas de mayor predominio de población afrocolombiana son aquellas que presentan los más bajos índices de calidad de vida del país, el ingreso per cápita promedio esta población se aproxima a los 500 dólares anuales, frente a un promedio nacional superior a los 1500 dólares.
El 75% de la población afro del país recibe salarios inferiores al mínimo legal y su esperanza de vida se ubica en un 20% por debajo del promedio nacional. La calidad de la educación secundaria que recibe la juventud afrocolombiana es inferior en un 40%, al compararla con el promedio nacional.

En los departamentos del Pacífico colombiano, de cada 100 jóvenes afros que terminan la secundaria, sólo 2 ingresan a la educación superior. Aproximadamente el 85% de la población afrocolombiana vive en condiciones de pobreza y marginalidad, sin acceso a todos los servicios públicos básicos.