12 de junio de 2018

Los afroantillanos, presencia negra en Panamá

Herederos de un régimen de discriminación racial que se remonta al ‘Gold Roll' y al ‘Silver Roll' canalero, los afroantillanos deben luchar contra la invisibilización de su valioso legado cultural, en una sociedad que se decanta por las manifestaciones ‘blancas'.

 Por Gerardo Maloney


Compartimos algunas características sociológicas de la inmigración afroantillana. La población antillana que llega a Panamá tiene un pasado colonial en las islas, donde se han agrupado, acumulando e integrando a su grupo experiencias traumáticas propias de los períodos de esclavitud, y que definitivamente moldearon las generaciones que siguieron, y esto, a su vez, el carácter de las generaciones siguientes.

La realidad cultural de esos antillanos que arribaron a Panamá consistía en una síntesis de elementos africanos, indígenas y europeos, como efecto de la denominación a que estuvieron sujetos. Ingleses, holandeses, franceses, etc.

Su presencia en Panamá va a representar la articulación de una nueva síntesis en donde se incorporan elementos culturales norteamericanos y, por supuesto, panameños. Por otra parte, y desde un principio, los antillanos van a estar sujetos en la Zona del Canal a un régimen abierto de discriminación racial, materializado en el famoso sistema del ‘Gold roll' (norteamericanos) blancos, y ‘Silver roll' (antillanos). Este sistema de diferenciación abarca todos los aspectos de la vida social.

En la sociedad panameña el antillano va a conocer igualmente un sistema de prejuicio y discriminación, como un resabio de actitudes y creencias que se establecen desde el período colonial, y como consecuencia también de una reacción de frustración, generada por las condiciones que impone el Tratado de 1903.

EL VALOR ESTRATÉGICO DE LA IDENTIDAD
Estos hechos explican el carácter histórico que asume este grupo en Panamá, carácter que se manifiesta en un aislamiento o nuclearización, como forma de preservar la identidad cultural y como medio de cohesión de grupo, necesario para enfrentar el rechazo social que se confronta a través de las políticas discriminatorias en la Zona del Canal y en la sociedad panameña misma, y superar, por otro lado, la crisis cultural que su nueva situación les impone.

La necesidad de una identidad cultural propia facilita la reproducción de formas y manifestaciones culturales, propias del lugar de origen de estos antillanos, consolidadas orgánicamente a través de asociaciones como logias y sindicatos (en la Zona del Canal), cultos religiosos -principalmente protestantes y africanos- y, de manera muy importante, a través de las escuelas privadas de antillanos, en que los hijos de los antillanos desde el nivel pre-primario, y después en el primario, adquieren los conocimientos básicos.

Revisando algunos textos utilizados en 1925, nos encontramos que éstos, editados en Inglaterra, corresponden al sistema de enseñanza inglés y ofrecían al estudiante una panorámica cultural, que iba desde problemas de salud hasta relaciones históricas particulares y descripciones de formas culturales de diferentes regiones y épocas. Esto -comparativamente con el sistema nacional imperante- es una diferencia que refuerza los niveles de valorización de la cultura caribeña, en detrimento de una cultura nacional incipiente.

Estas situaciones culturales y sociales constituyen, naturalmente, formas de resistencia de los grupos antillanos, (resistencia que el Dr. Roberto de la Guardia define como ‘amurallamiento') y que es parte de la realidad social del antillano, dejando se ser privativo de algún patrón antillano en específico (barbadiense, jamaicano o trinitario entre otros), para incorporar a los hijos de éstos, independientemente de su origen.

Así probablemente es que tiene sentido la descripción infundada de Aguilera-Malta en su novela ‘Canal Zone', cuando retrata los barrios de ‘chombos', por allá por los años de 1925. Una nueva síntesis afroantillana se fue gestando, con matices que aún prevalecen hasta hoy en día.

Las diferencias culturales particulares de los antillanos se mantuvieron más en las primeras generaciones, ya que a medida que fueron variando sus situaciones ocupacionales y residenciales en la Zona del Canal, se vieron, obligados a una mayor interacción en las ciudades de Panamá y Colón. Esto ha hecho que las generaciones posteriores integren mayores elementos de la cultura nacional a los patrones legados por sus padres. No obstante esto, las actitudes discriminatorias, abiertas o veladas, tienen repercusiones significativas sobre la formación y la conducta de este sector de panameños.

ÁREAS RESIDENCIALES DE LOS AFROANTILLANOS
La nuclearización del antillano persiste, aunque los términos de su localización han experimentado cambios hoy en día muchos mas notorios. Por ejemplo, para 1940 las diferencias eran mucho más tajantes. En la ciudad de Panamá la población total asciende a 111,94 personas; de estos en Bella Vista viven 6,914 individuos, de los cuales 3,853 son blancos, 479 negros y 2,472 mestizos. Únicamente 334 son amarillos; hay, por otra parte 3 indostanés y 79 indios. (Lo más seguro que éstos eran empleados).

En Calidonia que, es otro de los barrios que, como El Chorrillo y San Miguel, surgen como efecto de la construcción del Canal para alojar a los trabajadores, la relación era la siguiente: de un total de 33,493 personas, hay 2,314 blancos, 16,717 negros, 14,087 mestizos, 225 chinos, 62 indostanés, 63 indios y 2 personas de otra nacionalidad.

La diferencia es clara en comparación con 10 que ocurren, Bella Vista, barrio residencial de los sectores opulentos. En El Chorrillo en ese momento, de 24,205 personas que se encuentran residiendo, solamente el 24,300 es blanco, el 2309 es negro, y el 6300 mestizo.

En San Felipe de 11,615 personas, 3,992 son blancos, 476 negros o sea el 40% y el 59.2% de la población es mestiza. Esto es una derivación histórica de la composición de esta área, que durante mucho tiempo era considerado la ‘ciudad' propiamente dicha, habitada por españoles y criollos, a diferencia de lo que era denominado el arrabal. En Santa Ana de 35,666 personas, 20,140 son mestizos, 8,012 son blancos y existen unos 6,144 negros. En Santa Ana, es donde encontramos, por otro lado, una mayor proporción de chinos, 928, de indostanés 176 y de indios 233.

Como sostuvimos anteriormente el carácter de esta distribución racial en el área urbana ha experimentado cambios, como efecto del mismo proceso de crecimiento urbano. Hoy en día, a pesar de que hay áreas como Río Abajo, Parque Lefevre, Pueblo Nuevo o Juan Díaz, donde se alojan proporciones importantes de antillanos, en estas áreas son localizados blancos y mestizos inmigrados del interior, o provenientes de otras áreas en proceso de renovación en la ciudad misma.

Las diferencias sin embargo, entre estas zonas y las otras de mayores ingresos y habitadas principalmente por blancos y mestizos constituyen mecanismos objetivos que indican los rasgos socio-económicos de un grupo a otro. Desde la década de los ochenta el vigoroso proceso de expansión de la ciudad trae consigo un importante proceso de redistribución de la población, en las que intervienen tanto patrones étnicos como socioeconómicos.

El actual proceso de retorno de afroantillanos, que se fueron a residir a los Estados Unidos y que hoy regresan a residir en Panamá, con nuevas condiciones económicas, les permite acceder a zonas residenciales que anteriormente resultaban una opción mas difícil.

ALGUNOS RETOS POR SUPERAR
Los descendientes de antillanos, a pesar de la movilidad social ascendente experimentada, aún tienen que confrontar formas institucionales, que limitan su participación en el quehacer nacional, y refuerzan los sentimientos de rechazos.

Diferencias importantes en el antillano tienen que ver con su participación en las estructuras de clases, su participación en las estructuras de poder, los niveles de oportunidades dentro del sistema de empleo tanto público como privado, su vinculación política a partidos políticos de clientela, en dónde sus aspiraciones siguen siendo demagógicamente manipulados para fines electoreros; la desigualdad en la justicia, en que prevalecen aún asociaciones de delito y criminalidad con características étnicas o raciales, siguen siendo desafíos ciudadanos importantes, así como lo es, la ideologización eurocéntrica en que los patrones blancos y occidentales se siguen imponiendo como ideales y representativos del hombre panameño en los diferentes planos de nuestra realidad.

CONSIDERACIONES FINALES
El hecho de que existen mecanismos y fórmulas institucionales que refuerzan actitudes de prejuicio en nuestra sociedad, significa que hay factores reales que inciden directamente sobre la primera fase de vida de todo antillano, y que motiva condiciones en su personalidad, así como actitudes de tipo divergentes que niegan o rechazan los elementos que conforman una cultura nacional. Habría necesariamente para una sociología o, mejor dicho, una psicología social de antillano, que redefinir aspectos muy concretos como son: la maternidad de la población afroantillana, las características de la paternidad, los principios de disciplina en la población antillana, la historia sexual de los grupos antillanos, su comportamiento de acuerdo con su condición social, de acuerdo con su conformación rural o urbana.

En fin, sería fundamental la formulación de un importante número de aspectos muy significativos del grupo antillano, que científicamente pudiera llevarnos a diferentes niveles de comprensión, permitiendo situar el fenómeno desde el plano de la totalidad hasta sus expresiones más particulares, grupos, generaciones, familia, e, incluso, individuos o casos. Hace falta aún, un trabajo por realizar.


Tomado de: La estrella de Panamá: http://laestrella.com.pa/panama/nacional/algunas-consideraciones-generales-sobre-afroantillano/24066223/foto/404274#gallery