15 de noviembre de 2009

Domingo Biohó, héroe afrocolombiano



Domingo Biohó es, quizás, el más famoso de los negros cimarrones y rebeldes de Colombia. Algunos historiadores suponen que procedía de Biohó, Guinea Bissau, África Occidental, lugar desde el cual los esclavistas, en la segunda mitad del siglo XVI, enviaban a los negros hacia ‘el nuevo mundo’, más exactamente a Cartagena de Indias, ciudad fundada en 1533, principal puerto de tráfico y venta de negros.

Domingo pertenecía a una tribu de hombres fuertes y guerreros, buenos navegadores, estimados y temidos en su entorno, que en su mayoría fueron capturados, incluido él.  Domingo fue vendido en Cartagena al español Alonso del Campo en 1596.  Allí fue empleado como remero forzado en uno de los barcos que surcaban el río Magdalena.  Para aquél entonces el número de esclavos había aumentado, así como el número de los que lograban huir y formar pequeños pueblos en lugares accidentados con facilidad de defensa, llamados palenques.

Domingo, aprovechó un percance para huir, pero fue recapturado y obligado a volver a las galeras, como se consignó en un documento de 1599 citado por el historiador cartagenero Roberto Arrazola. Sin embargo, su deseo y voluntad de libertad fueron más fuertes que las cadenas y logró liberarse; se refugió en los montes hasta organiza a sus seguidores y la vida diaria de los pueblos de cimarrones.  También conformó una red de inteligencia que le daba información sobre los sucesos que acontecían en la ciudad y organizaba las fugas de más esclavos cimarrones hacia el territorio liberado.

Existen documentos coloniales, datados desde 1603, que reconocen a Domingo como jefe y fundador de los palenques en la región cienagosa de la Costa Atlántica de los Montes de María.  Él vivía en la Matuna.  Su labor comenzó a ser vista con cierto temor y preocupación por las autoridades.  El gobernador, Geronimo de Suazo, al ver libre a la población de las montañas, decidió acabar con Biohó y su gente.  Consiguió permisos, soldados y armas, para someter a los negros sublevados, pero nunca fueron vencidos definitivamente porque tenían una organización eficiente y sólida.  “Biohó y sus gentes se defendieron detrás de un fuerte de madera y auxiliados por la ciénaga que tenía más de 40 leguas.  Arremetieron con arcabuces, espadas, arcos y lanzas. Contraatacaron robándose el ganado e incendiando las estancias vecinas, raptaron esclavos que trabajaban en ellas y sembraron tal ambiente de miedo que, en 1633, los vecinos de Cartagena resolvieron enviarle una comunicación al rey de España quejándose de la situación” (Arrázola, 1970: 64).  Su sueño era apoderarse de Cartagena y volver a África.  En 1605, Gerónimo Suazo firmó un tratado de paz con Domingo, denominado con cierta ironía como Rey del Arcabuco, que no duró mucho; las hostilidades continuaron, según relata el mencionado historiador.

La paz sólo se concretó en 1612 bajo la gobernación de Diego Fernández de Velasco. El tratado fue violado por los españoles en 1619, cuando Biohó caminaba descuidadamente y fue arrestado por la guardia de la muralla.  Lo ahorcaron y descuartizaron el 16 de marzo de 1621.  El gobernador García Girón, quien ordenó la ejecución, argumentó amargamente que era peligroso el respeto que Biohó generaba en la población y que “con embustes y encantos se lleva tras de sí a todas las naciones de Guinea que hay en la ciudad”.

El legado

Es interesante como el nombre Bioho se encuentra en los documentos escritos en diferentes formas: Biho, Bioko, Bioo. Es citado muchas veces entre 1600 y 1790. Es cierto que se trataba de diferentes personajes, probablemente hijos, familiares o miembros de la misma tribu, que se sucedieron como jefes de palenques.  Algunos fueron presos y ajusticiados, pero siempre hubo rebeldes que no sólo tomaron el nombre de Domingo Biohó, sino que mantuvieron la independencia de los palenques.  Aunque algunos fueron destruidos, siempre volvían a florecer.

La Unesco declaró Patrimonio de la Humanidad al Palenque de San Basilio, primer pueblo libre de América, con el reconocimiento del Rey en 1711.  Las gestiones finales fueron realizadas en Cartagena y en España por los presbíteros Miguel del Toro y Balthasar de la Fuente, con el apoyo del obispo Antonio Maria Cassiani, miembro de la orden de San Basilio, cuya imagen se venera en la iglesia y de quién el pueblo tomó el nombre.

En la segunda mitad del siglo XVIII se destacó otro personaje llamado Rey Benko, que tal vez era originario de una región ubicada al oriente del río Senegal en África.  Fue un héroe de la resistencia negra no sólo en guerra, sino también en la organización social, religiosa, política y económica de los palenques.  En ellos se vivía del cultivo del maíz, de la yuca y se criaban animales domésticos para la subsistencia, sin olvidar al ganado que lograban llevarse de las haciendas de los españoles y las armas y el oro y otras mercaderías que conseguían en los asaltos, inclusive a las embarcaciones que navegaban por esa área del río Magdalena.

Domingo Biohó, Rey Benko y los cimarrones que siguieron sus huellas, han sido signo de dignidad y libertad, a lo largo de la Colonia hasta las guerras de la independencia e inspiran todavía hoy, no sólo a los afrocolombianos y a sus líderes, sino también a todo colombiano que desea un futuro de dignidad, libertad y paz para Colombia.


RS


5 de octubre de 2009

El dilema de los congresistas afro


Algunos analistas, poco conocedores del verdadero panorama político al interior de la bancada de parlamentarios afrocolombianos, pensaron que,  había llegado el cuarto de hora para el colectivo de congresistas afro en Colombia.  Las frecuentes visitas de un grupo de congresistas afroamericanos del Partido Demócrata a Colombia y la llegada a la Presidencia de los Estados Unidos del primer mandatario afroamericano, Barack Obama, les hacían llegar a tal idea.
Sin embargo, las cosas han tomado otro rumbo y la bancada de parlamentarios afro, en lugar de lograr una mayor preponderancia política en Colombia, va camino hacia la desintegración.  No es por el transfuguismo en la actual coyuntura política, sino por las investigaciones penales que tienen varios de sus más connotados integrantes en la Corte Suprema de Justicia.  De los ocho congresistas que la integraban, un senador y siete representantes a la Cámara, uno fue absuelto y otros cuatro enfrentan procesos penales en la Corte Suprema.
El primero en enfrontar un proceso penal ante la Corte Suprema fue el Representante a la Cámara por San Andrés Julio Gallardo Archibold, quien fue sindicado del delito de peculado por supuestos sobrecostos en la compra de camionetas blindadas cuando se desempeñó como Presidente de la Cámara de Representantes, pero hace poco fue absuelto por el alto tribunal.
El segundo ha sido el Representante por Comunidades Negras Silfredo Morales Altamar, a este político del departamento de Bolívar y ex alcalde del municipio de María la Baja, en el período 2000-2003, tiene cuatro investigaciones penales en la Corte, todas por delitos contra la administración pública cuando se desempeñó como alcalde en esa municipalidad bolivarense. Por lo tanto, la sala penal determinó colocarle un brazalete electrónico y ordenar su detención domiciliaria.
El tercero de la bancada que enfrentar otros líos penales en el mismo tribunal es el Senador vallecaucano Juan Carlos Martínez Sinisterra, elegido por Convergencia Ciudadana y quién hace seis meses fue detenido por orden de la sala penal, que lo investiga por sus presuntos nexos con paramilitares y el extraditado narcotraficante Olmes Durán Ibargüen. Lo curioso en la meteórica carrera política de Martínez fue que pasó de ser un modesto Concejal de Buenaventura a un poderoso Diputado en el Valle y luego, con el apoyo de narcos y paracos, en menos de dos años se convirtió en el político más influyente en la costa pacífica y, aún desde la cárcel, sigue manejando los hilos del poder en varios municipios del Pacífico.
Los otros dos congresistas de la bancada afro que tienen problemas judiciales similares a los de Martínez son los Representantes a la Cámara por el Chocó, Edgar Eulises Torres Murillo y Odín Horacio Sánchez Montes de Oca, quienes el lunes la Corte Suprema de Justicia, profirió orden de captura por delitos relacionados con la parapolítica, los dos hacen parte de una lista de 23 políticos chocoanos que suscribieron pactos con los paramilitares, entre ellos, el actual gobernador del Chocó, Patrocinio Sánchez Montes de Oca, hermano del congresista Odín Horacio.
Ambos políticos y el gobernador Sánchez son acusados de firmar acuerdos con el paramilitar Freddy Rendón Herrera, alias “El Alemán”. Además los tres, también son investigados por haber hecho presuntos arreglos políticos con guerrilleros del ELN. A pesar que Torres renunció a su investidura la Corte no la admitió, entonces, debe afrontar en dicho tribunal las mencionadas investigaciones y otras más sobre probables componendas con el narcotraficante Olmes Durán.
En el caso de los parlamentarios chocoanos Torres y Sánchez, llama la atención que sus historias políticas tienen un libreto similar, ambos son abogados y a la vez a los dos se les sindica de realizar pactos con guerrilleros, paracos y narcos, además son discípulos del legendario ex senador Jorge Tadeo Lozano Osorio, fundador del Movimiento Liberal Popular, agrupación política, en donde comenzaron sus carreras, luego hicieron rancho aparte y estructuraron dos de los clanes políticos más nefastos en el Chocó.  En conclusión, la bancada de congresistas afro enfrenta un gran dilema moral pero en medio de la tormenta de los escándalos por los vínculos de algunos de sus miembros con grupos al margen de la ley, aún siguen en la lucha política Julio Gallardo, María Isabel Urrutia Ocoró, Franklin Legro Segura y Alberto Gordon May.
José E. Mosquera // jemosquera@une.net.co
Fuente: Grupo del Plan Integral a Largo Plazo (CNOA).
Ver también el artículo en La Silla Vacía "Estados Unidos financió la bancada afro que hoy está tras las rejas".

Afrocolombianos, en búsqueda de leyes contra el racismo y la desigualdad


Geiler Romaña

Fragmento de la presentación en la Organización de Estados Americanos, durante la sesión especial de reflexión y análisis sobre la naturaleza de una futura convención interamericana contra el racismo y toda forma de discriminación e intolerancia.
28 de noviembre de 2005. Washington, DC

Publicado en Revista Futuros No. 14, 2006 Vol. IV


Quiero agradecer la oportunidad que me han dado para estar aquí una vez mas con ustedes, trayéndoles del seno desde nuestra comunidades la realidades que generan el racismo, la exclusión social, marginalización y la discriminación histórica que padecemos los afro descendientes en América Latina. Sin duda alguna, estos espacios impulsados por el grupo de trabajo encargado de la elaboración del borrador de la convención interamericana contra el racismo y todas formas de discriminación Racial e intolerancia de la Organización de Estados Americanos, constituye una gran oportunidad para que las organizaciones de la sociedad civil hagamos nuestros valiosos aportes, en la búsqueda de alternativas viables que identifiquen las causas y ayuden en la eliminación del flagelo que agudiza la pobreza, motor generador de la violencia y de la intolerancia existente en nuestras naciones.

AFRODES, es una organización dedicada a la defensa de los Derechos Humanos de la comunidades Afro-colombianas victimas de la guerra interna, cuenta con una base social conformada 2.340 familias, unas 11.000 personas viviendo en situación de desplazamiento forzado. Cada una de estas familias antes del desplazamiento vivía en sus territorios ancestrales, donde trabajan solidariamente al interior de su comunidad, poseen una cultura propia, comparten una historia y desarrollaban sus tradiciones y costumbres dentro de la relación campo- poblado , que les permite mantener y conservar la conciencia e identidad que los caracteriza como grupo étnico. Hoy, desafortunadamente, estas familias están poblados los cinturones de miseria de las grandes ciudades del país.

Desde 1999, fecha en la que nace la Asociación de Afrocolombianos Desplazados – AFRODES, hemos venido participando en diferentes escenarios públicos y privados nacionales e internacionales. En el 2001 participamos en la Tercera Conferencia Mundial Contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Distintas Formas Conexas de Intolerancia, realizada en Sur Africa. Hemos trabajado con la Oficina de Naciones Unidas para los Derechos Humanos de los Afro-descendientes en Colombia. En el 2002, 2004 y ahora en el 2005, por invitación del Global Rights, hemos participados en las audiencias de la OEA sobre afro-descendientes, conjuntamente con otras organizaciones hermanas solicitamos la creación de la Relataría Especial para Asuntos Afro descendientes en la Américas, la que hoy al igual que ustedes celebramos por su creación e importancia que esta tiene para el conjunto de familias y pueblos de ascendencia africana en la diáspora.

Colombia es una nación plurietnica y multicultural, con una población de mas de 42 millones de personas, de las cuales el 26% son Afrocolombianos. Esta población tiene condiciones de vida que registra características que en si misma, representan un estado de cosas que vulnera los derechos fundamentales y configura una estructura que limita las posibilidades para un desarrollo humano con dignidad.

Las mediciones estadísticas sobre los diferentes indicadores que dan cuenta de la calidad de vida de la población afrocolombiana, registra niveles significativamente inferiores a los del resto del país. Para hacerse a una idea general: la ultima estimaron oficial indica que el 79% de los municipios con población mayoritariamente afrocolombiana, esta dentro del grupo de entidades territoriales con menor grado de desarrollo, en ellos el porcentaje de población promedio con Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) para las cabeceras municpales varia entre 85 y 47%, mientras que para el resto de grupos de municipios, el porcentaje de población pobre por NBI oscila entre el 38 y 30%.

Confirmando la tendencia, se estima que el 72% de toda la población afrocolombiana está ubicada en los estratos socioeconómicos más bajos del país, lo que constituye hechos de discriminación racial en la aplicación de las políticas públicas justas para erradicar la exclusión social que afecta a los afro-descendientes en Colombia.

El comportamiento de estos índices confirman la situación que por observación directa puede apreciarse al visitar cualquiera de los territorios que habitan los afrocolombianos: comunidades con viviendas sin servicios públicos básicos o baja calidad de los mismos, infraestructuras sociales inexistentes o deficientes, desempleo o actividades productivas que no generan ingresos suficientes para vivir dignamente.

La indiferencia social generalizada hacia las críticas condiciones de vida de la población afrocolombiana, que han coexistido con el despojo sistemático de las riquezas de sus territorios, se han intensificado en las últimas décadas a todos los niveles. El valor geoestratégico de los territorios desde el punto de vista económico y militar, ha convertido la región en un campo de batalla en donde las comunidades afrocolombianas son las victimas exclusivas.

Son muchas las violaciones de derechos humanos que configuran este nuevo ataque a existencia física y espiritual del pueblo afrocolombiano, y que perpetua la exclusión que ha caracterizado a la diáspora africana desde el primer desplazamiento forzado del que fuimos victimas hace más de cinco siglos.

El desplazamiento forzado configura hoy en día la mayor, mas no la única, violación de los DDHH y el DIH contra la población afrocolombiana. De las 3.563.504 personas que han sido desplazadas en el país por causas del conflicto armado entre los años 1985 y junio del 2005, algunos análisis indican que el 30% son afrocolombianos, es decir cerca de un millón de hermanos afro descendientes.

La población ubicada en la costa del pacífico Colombiano, representa la menos un millón de personas, estos territorios sobre los que hasta ahora hemos logrado adquirir la titulación colectiva de aproximadamente 4.399.392 hectáreas. Son catalogados por el mundo, como poseedores de mayor biodiversidad del planeta, y que desde el principio de la historia y hasta el día de hoy, han aportado recursos naturales estratégicos para su desarrollo; actualmente están siendo arrasados por la impertinencia del modelo de desarrollo impuesto con la presión de los actores armados, se convierte en una evidencia fehaciente del racismo económico y social en contra del pueblo afrodescendiente en Colombia.

Por lo anterior, y por la responsabilidad social que tenemos de trabajar permanente para erradicar las desigualdades sociales generadas por el racismo, la discriminación y la intolerancia, apoyamos firmemente la iniciativa de redactar una convención interamericana para eliminar estas practicas en los países del hemisferio. Pero además creemos que es necesario que la Organización de los Estados Americanos (OEA), debe establecer mecanismos que exijan a los Estados y sus gobiernos el cumplimiento de las normas nacionales e internacionales en esta materia, incluso, establecer mecanismos que sancionen su incumplimiento.

15 de septiembre de 2009

Haciendas y esclavos en el Cauca

La antigua Hacienda de la Bolsa o la Casa de los Esclavos se ubica en el Municipio de Caloto, a unos 112 kilómetros de Popayán.  Al municipio lo fundaron familias huidas de la Hacienda de La Bolsa, como los Possú, Maquilón, Gómez y Viáfara, descendientes de esclavos.  En la actualidad, la propietaria es una familia González de Cali.  La cuida un mayordomo hospedado con su familia en la misma casa patronal.  Los visitantes son bien acogidos y se les ofrece las informaciones que están al alcance. En las cercanías está el cementerio de los esclavos, rodeado de pastos para ganado y alambradas.

La población colonial más importante de la región, Caloto, la fundaron los españoles en el siglo XVI.  En su plaza principal, como en muchas plazas de fundación española, está un santuario mariano muy popular y la sede de la Alcaldía.  Si se continúa por la carretera asfaltada, a pocos kilómetros se encuentra Japio, una hacienda famosa por su historia y sus recursos.  Durante la Colonia perteneció también a los padres jesuitas; cuando se les expulsó en 1767, pasó a manos del gobierno colonial.  En 1775 fue rematada y la adquirió la familia Arboleda de Popayán.  En esta ciudad existió el mercado de esclavos más importante de la región, alimentado por la trata negrera.  La entrada oficial y obligatoria fue por el puerto de Cartagena de Indias.

Algunos pueblos de la región fueron separados de Caloto, como Santander del Quilichao, Villa Rica y Puerto Tejada.  La mayor parte de las tierras pertenecieron a las grande haciendas esclavistas de Japio y de La Bolsa, todavía ocupadas con cultivos de maíz, arroz, caña, pastos y la extracción de oro.  Esta última es una actividad antigua, los indígenas habían denominado uno de los pueblos más importantes precisamente Quilichao, ‘tierra del oro’.

La vida de la hacienda se desenvuelve alrededor de la casa grande de dos pisos, rodeada de caballerizas, un salón donde funcionaba el trapiche, el acueducto que llevaba el agua para la molienda de la caña, la cocina, y otros edificios que reemplazaron la Iglesia dedicada a Nuestra Señora de Loreto.  Lo que más ha permanecido en la memoria popular es la sala de los castigos, “con manchas de sangre en las paredes”.

Su ubicación estratégica hizo que la hacienda Japio fuera visitada por personalidades ilustres, como Humboldt y Simón Bolívar.  Sus tierras, plantaciones y ganado engendran fuentes de trabajo para los habitantes de la región.

La hacienda Japio ha sido declarada monumento nacional y es meta de estudiosos, estudiantes y turistas.


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Estates and slaves in Cauca
 
The former estate ("hacienda" in Spanish) of La Bolsa or the House of Slaves is located in the municipality of Caloto, about 112 kilometers from Popayán. The municipality was founded by families fled from La Bolsa estate, as Possú, Maquilón, Gómez and Viáfara, descendants of slaves. At present day, the owner is a Gonzalez family in Cali.  The butler takes care of his family stayed in the same house management. Visitors are welcome and are offered the information that are available. Nearby is the cemetery of slaves, surrounded by pastures and fences.

The most important colonial population of the region, Caloto, was founded by the Spaniards in the sixteenth century. In the main square, as in many places founded by the Spanish, is a very popular Marian shrine and the City Council. If you continue along the paved road, a few kilometers away is found Japio, an estate famous for its history and resources. During the colonial period it also belonged to the Jesuits; when they were expelled in 1767, it was taken over by the colonial government. In 1775 he was crowned and purchased by the Arboleda family of Popayán. In this city there was the largest slave market in the region, fueled by the slave trade. The official entry and binding was through the port of Cartagena de Indias.

Some towns in the region were separated from Caloto, as Santander of Quilichao, Villa Rica and Puerto Tejada. Most of the land belonged to the large estates La Bolsa and Japio, still filled with corn, rice, and sugar cane crops, grazing and gold mining.The latter is an ancient activity, the Indians had called one of the most important towns just Quilichao, 'land of gold'.

The life of the farm revolves around the large two-story house, surrounded by stables, a lounge that operated the mill, the aqueduct that carried water for grinding the cane, cooking, and other buildings that replaced the Church dedicated to Our Lady of Loreto. Thing that has remained in popular memory is the punishment room, "with blood stains on the walls."

Its strategic location made the hacienda Japio was visited by illustrious personalities such as Humboldt and Simón Bolívar. Their lands, plantations and cattle breed jobs for the inhabitants of the region.

The Japio estate has been declared national monument and is popular with scholars, students and tourists.


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